Literatura
Luthiers por María José Navarro
Hay días en los que sales de tu casa y tienes suerte. Una suerte pequeña a veces, o grande, como es el caso que les cuento, pero una suerte que no te ganas, que no te curras, que te asalta sin haberla merecido. Ayer sábado fui a comer a un restaurante argentino de esos que no aparecen en las guías de postín, pero en el que los camareros te tratan cariñosamente y los cocineros se esmeran sin atender a precios. Fue improvisado. Entras, te dicen dónde puedes sentarte porque hay un esquinazo libre y agradable y de pronto te das cuenta de que tienes a uno de Les Luthiers al lado. Lo notas, primero, porque desde tu mesa te levantan las cejas más de la cuenta y hacen gestitos con la cabeza. Luego, porque la sala está pendiente sin querer parecerlo. Llegas, te sientas y resulta que tienes a Marcos Mundstock al lado. Mundstock pide la cuenta con la misma voz con la que relata las andanzas del peculiar compositor Johann Sebastian Mastropiero. La sala mira, disimula. Y una acaba presentándole sus respetos sin poder evitarlo. Hay ídolos mundiales que trascienden a su tiempo, a su generación, a su país, e incluso al humor de su época. Ése es el caso de estos cinco tipos que no defraudan en las distancias cortas. Mundstock acaba de estrenar nacionalidad española y espectáculo en España y la sensación es de que, cada vez que vienen, van, aparecen, actúan, cada vez que te topas con ellos en un restaurante, hacen que el momento sea mejor, que la vida sea mucho más divertida y que el ser humano salga mejor parado. Es del Madrid el tipo. Son cinco. Alguno habrá bueno, ¿no?
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