Barcelona
Transición y sostenibilidad
Lunes, 12: España «¡Yo soy español, español, español!». Hacía años que no vivía una curda de españolismo como la de hoy. Creo que esta eclosión de amor a España y a su bandera tiene muy sutiles mensajes y muy sutiles lecturas políticas y sociológicas. Una, ésta que oigo en la radio: «La chapuza nacional es la España de las autonomías, siendo el fútbol (en referencia a la selección) la antichapuza: une lo que desunen las autonomías». Otra, ésta: «Qué bonita es Barcelona, perla del Mediterráneo y qué bonito es el Barcelona, perla de la selección nacional». Martes, 13: Blatter ¿Qué es el fútbol? ¿Por qué la FIFA huye de la tecnología como el «president» Montilla de la rica miel que sabe a España? A Blatter, ignoro si traicionándose o no, creo que la sinceridad le ha salido olímpicamente del alma al decir que «si el fútbol fuese perfecto, si lo perfeccionase la tecnología, no generaría discusión». He aquí la palabra clave del exito multitudinario y ecuménico del fútbol: ¡discusión! Es posible que tenga razón. No digo que no. Ya don Santiago Bernabéu, hace años, dijo: «Lo que le da vida al fútbol es la polémica; la polémica es el alma del fútbol». No creo, por lo tanto, que la FIFA, en octubre, bendiga el «Ojo de Halcón». Miércoles, 14: Del Bosque Los españoles de bien clamaban el lunes en la Gran Vía: «!Del Bosque a la Moncloa!» Del Bosque, sencillamente por humano y sencillamente por seráfico (bueno de bondad y de talento), ha hecho por España en cuanto a gozo y felicidad unánime lo que nadie hacía desde hace no sé la de años. Los más vetustos y valetudinarios de nuestros respetados compatriotas tampoco conservan memoria de hecho parigual. Inglaterra, co-mo tengo publicado, tiene su «Sir» para distinguir a los Del Bosque que la honran. ¿Por qué en España, insisto, nuestra Monarquía (o el Gobierno) no ha creado una distinción tan egregia como la de «Sir»? Emblematizo en Del Bosque, obvia la aclaración, a él y a los 23 jugadores. Lo de Roja, por cierto, me parece chabacano, chusco.No me gusta, y usted perdone por no gustarme. Jueves, 15: Transición Luis Aragonés, si se me permite, ha sido el Adolfo Suárez del fútbol. Luis Aragonés es el autor de la transición en el equipo nacional, de la furia al «juego bello y elegante». Luis Aragonés es la línea fronteriza entre el antes de y el despues de. Y Del Bosque, el sostenedor y continuador de esa línea. Suárez, si se me sigue permitiendo, no tuvo la suerte de tener un sucesor como Del Bosque. –¡Hombre...! –Lo sé. Estoy pasándome. Pero es que viendo lo que se está viendo últimamente, creo que tampoco desbarro tanto. Del Bosque es la verdadera humildad, la cual consiste en estar satisfecho sin alharacas, según Amiel; y Aragonés, que no es humilde, es en cambio el revolucionario Cid de la transición. ¿Por qué, entonces, no ama Luis a Vicente como Vicente ama a Luis? Ahora que tanto se habla de sostenibilidad, sería formidable que los autores de la transición y la sostenibilidad se llevasen como ángeles, pues ángeles son: Luis, el ángel san Gabriel de la transición, y Del Bosque, el ángel san Miguel de lo heredado. Y los dos las peanas y los santos de que España haya ganado su primer Mundial.
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