Historia

Buenos Aires

La semana de Martín Prieto: Bueyes perdidos

Nuestro Gran Timonel ha resistido un año largo negando los vientos de la crisis hasta que, como los gauchos, ha tenido que matar a su propia vaca. Mal momento, justo en el que Garzón decide irse lejos.

Hu Jintao
Hu Jintaolarazon

En la inmensidad de las pampas se encuentran dos gauchos que, mientras toman mate, hablan de bueyes perdidos. Uno cuenta un cuento de otro paisano que perdió un caballo y para sobrevivir en tan espantosa soledad pinchó con el facón a una vaca y se bebió la sangre hasta que llegó a la estancia. Asuntos de las inmensidades australes. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero está pinchando a la vaca porque se ha quedado sin caballo. Hace más de dos años negó la crisis porque ignoraba su existencia; hoy, tras haberle puesto Angela Merkel una división acorazada financiera detrás de su culo, han tenido que llamarle desde Pekín y Washington para despertarle. Nuestro presidente es como aquel general que no se rendía ante la evidencia, y ha habido que empujarlo para que comprenda los serios problemas del déficit de esta grave situación económica en que nos encontramos. No es un político malo, es un ignaro, y eso no lo cura ni Jordi Sevilla en tres tardes. El líder de este nuevo socialismo resulta que hace las cosas demasiado tarde y mal. Y, además, cuando debe recortar gastos deja tranquila a Bibí, a Corredor, a Trini, hasta a Garmendia, y les pone un esparadrapo a funcionarios y pensionistas. «¡Arriba, parias de la tierra!». Quiero volver a ver a Leire Pajín levantando el puño y cantando «La Internacional». El cuento de los gauchos de la pampa es que, teniendo los pies fríos, uno de ellos se cortó la manta por la cabeza para colocársela en las piernas y terminó muriéndose de frío. Zapatero, este gran hombre que nunca vieron los siglos, grandísimo talento y estadista para la Historia, no se sabe si pincha a la vaca o se recorta el poncho. No nos queda otra cosa que hablar de bueyes perdidos mientras se desparrama sobre nuestras cabezas la Cruz del Sur en la inmensidad de la pampa.

Salvar a GarzónEl presidente radical Raúl Ricardo Alfonsín me citó en el Hotel Panamericano, donde tenía su cuartel electoral, para explicarme: «No puedo meter en la cárcel a todo el Ejército argentino porque no se dejan. Pero sí voy a enjuiciar a las tres Juntas Militares que nos hundieron en la miseria». Llamó a Julio César Strassera, fiscal general del Estado, quien durante la dictadura había sido relegado a los juicios sobre robos de gallinas y fue apartado de la desaparición de las personas. Strassera hizo un alegato que le podía haber costado la vida mirando a los ojos al temible Almirante Massera, al que lo tenía a escasos metros. Moreno Ocampo fue su ayudante y acabó como presentador televisivo en Argentina. Alfonsín envió a Strassera a Ginebra como Embajador ante la ONU de los Derechos Humanos, para evitarle un atentado inminente por parte de «la mano negra desocupada». Baltasar Garzón me comentó que quería ir a ese puesto, pero que no podía solicitarlo porque no dominaba el inglés: parece que ya ha aprendido a hablarlo. El fiscal Strassera se angustió con el suicidio ritual de su única hija Carolina, en Suiza, y en estos momentos sólo le interesa mantener su bufete en Buenos Aires. El camino se le abrió a Garzón, a quien sus amigos y deudores le están despejando un sendero de salvación. El juez es amigo de Moreno Ocampo y está cercado en España por tres presuntos delitos de prevaricación. Como asesor del Tribunal Penal Internacional Penal se sentirá resguardado. Ya se siente el Juez Universal mientras en España nos quedamos tocando el pito. No sabe hacer sumarios, pero es más listo que las ardillas.

EL PERSONAJE DE LA SEMANAHu JintaoUn accidente nuclear en Estados Unidos puede provocar un agujero terrestre que salga por Pekín, a miles de kilómetros, en el otro lado del planeta. Ésa es la globalización que ahora se manifiesta menos violentamente en las convulsiones económicas internacionales. Rodríguez Zapatero, el Gran Timonel, o no se había enterado o quizás no se ponía al teléfono. Fuentes del Palacio de La Moncloa estiman que estaba jugando al baloncesto con su propio equipo económico. Que te despierte Barak Obama ya es un susto pero que te llame Hu Jintao, el presidente de la República China, es para que te pongas las pilas y cortarte las venas en el baño para no ensuciar. Las últimas noticias indican que nuestro Sol Naciente continúa jugando su partido de baloncesto en «la jaula». Se desconoce contra quién.