Estados Unidos
Basura blanca
Director: Tony Goldwyn. Guión: Pamela Gray. Intérpretes: Hillary Swank, Sam Rockwell, Juliette Lewis, Minnie Driver y Melissa Leo. EE UU, 2010. Duración: 1 07 minutos. Drama.
El peor cine americano se reconoce por su obsesión por los grandes temas –la familia, la justicia– retratados con miras a la noche de los Oscar. Es un cine blando, que busca sus sílabas tónicas en la interpretación de los actores. Aquí todos tienen su momento, desde Hillary Swank, que a lo tonto ha ganado dos estatuillas, hasta Sam Rockwell, al que le gustaría ganar una, pasando por Juliette Lewis, que hace una convincente parodia de su declive. Todos encarnan la élite de la «white trash», la basura blanca que se acumula en caravanas y casas prefabricadas que decoran las calles de la América empobrecida. Pero, ojo, el proletariado yanqui tiene su dignidad, y es capaz de hacer cualquier cosa para salir del arroyo. En esas está Betty (Swank) cuando condenan a su hermano (Rockwell) a cadena perpetua: decide sacrificar su vida y estudiar derecho para sacarlo de la cárcel. «Betty Anne Waters» está basada en un caso real que demuestra que la perseverancia puede detectar los fallos del sistema legal americano; que, en fin, en Estados Unidos el sistema permite restituir la justicia siempre y cuando haya un individuo que tenga los bemoles de hacerla cumplir. Estamos, pues, ante una película de la estirpe de «Erin Brokovich», aunque sin el sano escepticismo de Soderbergh y con el almibarado añadido de una relación fraternal más grande que la vida. Una película que se limita a ilustrar su tesis obviando lo más importante: que seis meses después de ser liberado, Kenny Waters murió de la forma más absurda.
Lo mejor:
La interpretación de Juliette Lewis que autoparodia su propio declive
Lo peor:
Es un filme de la estirpe de «Erin Brokovich», pero sin ese escepticismo
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