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La Razón
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En estos tiempos, las noticias bomba son documentos sin interés. Después de armar tanto escándalo con los archivos clasificados desvelados por Wikileaks, ahora resulta que no eran más que morralla sin importancia y nada peligrosa, filtraciones como carnada para atraer al anzuelo a los periodistas, soplos de aire engañoso. Como si nos encantara darle bombo a nimiedades y se nos partiera el culo al descubrir documentos ocultos. Fíjense por ejemplo en esa canción inédita que ahora sale de John Lennon. ¿Por qué se desconocía? ¡Porque es una porquería! Hablando de sus intentos de suicidio y tú, tú, tú, que fuiste mi salvación. Yo creo que lo más probable es que la hubiera escrito Yoko Ono y luego haya querido atribuírsela al autor de «Imagine». Cualquier cosa se puede pensar de esa bruja manipuladora, sobre todo ahora que en el aniversario del asesinato del cantante hemos sabido que la gran heroína salió por piernas histérica a refugiarse al oír el primer disparo. Más le vale que siga guardando el legado con sus garras avarientas.
En cuanto a Wikileaks y su rubicunda cabeza visible, Julian Assange, parece el caso del «hacker» con ambiciones, con un punto ególatra y ganas de hacerse famoso a toda costa. Pero hasta ahora cuanto ha sacado a la luz no ha sido más que chapapote de escasa enjundia. Quiere de todos modos alcanzar la celebridad a base de buscarle las cosquillas al poder. No ha hecho caso a Rubalcaba, que ha dicho respecto a la huelga de controladores: «Quien se enfrenta al Estado, pierde». O contemplado el ejemplo de Mario Conde, escaldado tras sus aventuras contra el sistema. Al molesto Assange el sistema le ha acabado cogiendo por los cataplines y (como irónico colmo del nuevo puritanismo y sus normas) le ha condenado a prisión sin fianza por fornicar sin condón. Toma ya, con el agravante de supuestos abusos sexuales. Sólo faltaba que también le hubieran acusado de fumar en un parque. Habrá que ver cómo sale de la cárcel. Seguro que afirmando seguir siendo el mismo, pero posiblemente con la lección aprendida y un contrato de la CIA o algo parecido. Porque se pueden contar secretitos, pero sólo los que los mandamases quieran.