Debate Estado Nación
ANÁLISIS: Zapatero en tiempo de descuento por Esther L Palomera
Aunque José Luis Rodrí-guez Zapatero tuviera intención de adelantar las elecciones generales, no lo diría en el Debate de la Nación que empieza el martes en el Congreso. Más bien defenderá lo contrario. La economía española sigue en observación y con pronóstico reservado, y el presidente escribirá la última página de su historia parlamentaria con una defensa cerrada de las reformas emprendidas desde mayo de 2010, aquélla fatídica primavera en la que Obama, Merkel, Europa y los mercados le obligaron a abandonar el credo de la socialdemocracia, a aplicar el mayor recorte social de nuestra historia reciente y a cerrar el grifo de los incentivos fiscales.
Pese a ello, un año después, las turbulencias económicas no han cejado, el paro sigue desbocado y en el Palacio de la Moncloa barruntan un mes de julio de marejada para nuestro sistema financiero. Así que el panorama no da margen ni para «dádivas» ni para «conejos de la chistera», ni para, de momento, entretenimientos electorales. Tan crítica es la situación de algunas de nuestras cajas de ahorro que cualquier insinuación sobre un posible adelanto de las elecciones nos pondría de nuevo al borde del colapso.
Así que, nadie espere del vigésimo segundo debate sobre política general que Zapatero se deslice por esa senda, muy a pesar de quienes en el PSOE son partidarios de acabar cuanto antes con la agonía política en la que les sumieron las reformas y la torpe gestión de la crisis. De haber adelanto, que todo indica que lo habrá, se anunciará en el plazo que marca la Constitución, pero ni un día antes para que los mercados no huelan ni inestabilidad política –por más que ésta en ocasiones sea manifiesta– ni vacío de poder del que pueda sacar provecho. El presidente subirá, pues, a la tribuna con el mismo mantra que le acompaña desde julio del año pasado («Ejerceré mi responsabilidad me cueste lo que me cueste»), justificará las reformas, admitirá la impopularidad de las mismas, defenderá su utilidad y enfatizará el daño que éstas han hecho a su partido.
Un PSOE que intentará poner como ejemplo de sentido de Estado por anteponer sus intereses de partido a los de España. Por contra, sus palabras sobre el PP y su irresponsabilidad frente a la crisis tronarán en el hemiciclo, seguro. Al margen de lo económico, Bildu y el 15-M estarán también en su discurso. Pero ya da igual lo que haga o diga. Está en tiempo de descuento en el Gobierno y en el PSOE. Y por más que el martes, en el que será su último gran debate frente a Mariano Rajoy, intente hacer valer su gestión en estos ocho años, muy pocos se acuerdan de los aciertos que pudiera tener antes de la crisis. En la memoria reciente de la mayoría de los ciudadanos, sólo hay hueco para los 5 millones de parados, las rebajas salariales, la congelación de las pensiones y el desmadre de nuestras cajas de ahorros. En la de todo socialista, la debacle del 22-M. Zapatero escribe su última página con la peor valoración que ha tenido nunca; con la economía por los suelos y el PSOE, hundido. Se va como se fueron todos los presidentes de la democracia: con el repudio de propios y ajenos. Ya sólo aspira a que la historia le dé lo que los ciudadanos le niegan.
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