Antoni Asunción

Futuro del PSOE por César Vidal

La Razón
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La sonora derrota electoral del PSOE ha colocado cruelmente sobre el tapete la cuestión de su dirección. Me refiero a la dirección en un doble sentido, es decir, no sólo en relación a aquellos que puedan llegar a ser sus dirigentes futuros sino también respecto al destino al que tendrán que encaminar a la formación política para que remonte la costalada del 20-N. En contra de aquellos que ahora afilan los cuchillos satisfechos viendo el gallinero en que se ha convertido Ferraz, yo no formo parte de los que creen que el presente sistema podría funcionar sin el PSOE. A decir verdad, el sistema de 1978 fue diseñado para contar con un partido fuerte de izquierdas y, a falta del PSOE, UPyD no tiene fuerza suficiente hoy para sustituirlo y que pudiera conseguirlo una formación como IU implicaría un regreso a las cavernas de dimensiones que desafían la razón más enloquecida. Sin embargo, un PSOE encastillado en las posiciones zapateristas está condenado a sufrir una erosión continua que lo convierta en imposible alternativa, algo así como fue la AP de Fraga en su día. Al respecto, los resultados electorales no pueden ser más elocuentes. Carme Chacón, ejemplo de la deriva nacionalista del PSOE, ha obtenido un golpe mayor en las urnas que el malhadado Rubalcaba y el PSE dirigido por Pachi López ha tenido peor suerte todavía que la pacifista ministra de Defensa. La única posibilidad de salir de ese atolladero pasa por desandar racionalmente los mayores disparates realizados por ZP. En primer lugar, el PSOE debe abandonar la visión económica disparatada de los indignados –que tanto le deben sin saberlo– y adoptar una perspectiva sensata como la seguida por socialdemócratas como Tony Blair. En segundo lugar, el PSOE tiene que rechazar la búsqueda de la alianza con el nacionalismo que tan pésimas consecuencias ha tenido para él con Chacón y López. O vuelve a la «E» de español o puede ir pensando en su ruina indefinida. En tercer lugar, el PSOE debe orillar una política encaminada sobre todo a favorecer a lobbies minoritarios y agresivos como el feminista o el gay y centrarse en otra dirigida a la inmensa mayoría de los ciudadanos que, por cierto, sienten auténtica grima contemplando a engendros políticos como Pajín o Zerolo. En cuarto lugar, el PSOE tiene que pasar página a la mal llamada Memoria Histórica antes de que la Historia cotidiana lo sepulte definitivamente. Finalmente, el PSOE tiene que asumir una nueva política de cuadros que permita, por ejemplo, tener un puesto importante a gente como Antoni Asunción mientras que convierte en imposible el ascenso de Pepiños y Bibianas. Un PSOE que estuviera dispuesto a lanzar por la borda el zapaterismo y a realizar esos cambios tendría posibilidades de recuperarse; uno que se aferre a semejantes aberraciones tiene ya marcada su fecha de caducidad.