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Los sindicatos pierden fuste por Carmen Gurruchaga
Las protestas convocadas para calentar la calle ante la huelga general del próximo día 29 han tenido menos éxito que las de hace unas semanas. Así pues, la menor asistencia de ayer a las manifestaciones contra la reforma laboral del Gobierno puede interpretarse como un fracaso a la pretensión de los sindicatos mayoritarios de ir ganando adeptos paulatinamente con el fin de obtener un rotundo éxito el 29. Y es que el país no está para huelgas ni para perder 1.200 millones de euros –que es la cifra estimada–. Es cierto que los ciudadanos no somos responsables de la dificilísima situación que atraviesa el país, pero tampoco lo es el Gobierno actual, que se ha encontrado con una nación en concurso de acreedores (suspensión de pagos) y ha de tomar las medidas necesarias para que no sea declarada en quiebra, porque España no es Grecia ni debe parecerlo.
Es la hora de arrimar el hombro para construir, y no la de alborotar para destruir. El Gobierno de Zapatero arrastró el país al fondo del barranco por la inacción, en muchos casos, y por las medidas erróneas, en otros. Sin embargo, a lo largo de esos cuatro años agónicos Méndez y Toxo permanecieron casi mudos y desmovilizados. Pero llega el PP y no le dan ni el beneficio de la duda para comprobar si alguna de las reformas da un buen resultado. ¿Será porque el Gobierno de Rajoy ha osado tocar una parte de sus ingresos por subvención, otra parte por cursos de formación y su capacidad de decidir en asuntos importantes?
Las espadas están en alto para el 29, pero a Comisiones Obreras y a UGT habrá que exigirles juego limpio. ¡Ah! Y los piquetes, por favor, que sean sólo informativos.
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