Mundial de clubes
Iker y Sara
Las relaciones entre un futbolista como Iker Casillas, campeón del mundo y capitán del Real Madrid, y su novia, la periodista Sara Carbonero, van a ocupar grandes espacios en los medios informativos deportivos. Era de prever que las revistas del corazón, y los programas televisivos dedicados a idénticos menesteres, iban a tener obsesión por buscar el beso de la pareja, el lugar de sus vacaciones y, finalmente, las actividades profesionales de Sara. El oficio de Casillas tiene su lugar natural y se le respetará mientras que el de su novia será puesto en cuestión constantemente. Son carne de «paparazzi».
Ha bastado que la periodista dijera en un programa de televisión que Cristiano Ronaldo es egoísta e individualista para que Iker haya tenido que terciar para intentar arreglar lo que algunos han considerado una intromisión intolerable de Sara. Ésta se manifestó como profesional de la información.
Casillas se ha visto obligado a matizar las palabras de su novia. Mal precedente. A este paso se acabará pidiendo que ella hable de todo menos del Madrid. Sería una fórmula como otra cualquiera de censura. Las relaciones entre Sara e Iker van a tener más de un tropiezo y a ello colaboraremos los medios informativos. Lo probable es que cada vez que Sara emita una opinión que tenga relación con el vestuario, dentro del mismo habrá quien piense que el chivato es el novio. Ya ha tenido que negar que exista un topo. El capitán parece condenado a dar la cara por lo propio y lo ajeno. Y encima, seguir parando goles.
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