Literatura

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Metamorfosis final por Antonio Puente

Solía citar, como una conjura, los terribles versos de Pavese: «Vendrá la muerte / tendrá tus ojos». Y, sin embargo, para sí mismo, vitalista y lúdico, los mitigaba: «Preveo mi propio cierre sin angustia ni desconsuelo.

La Razón
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Siempre he tenido claro que la muerte va conmigo desde que era niña; que nació a la misma hora que yo un día del año 17. Pues, como bien supo Eliot, se nace y se desnace a la misma hora». Menudo y fornido, con su peculiar cara achinada de máscara indígena con sutiles bembas africanas, definía la sutura secreta entre la poesía y la vida como «la metamorfosis de lo mismo»; y argumentaba: «Nunca he creído en la linealidad-lineal; para mí, el tiempo es siempre circular y casi sincrónico, lo mismo en la poesía que en la vida».

Un temperamento vehemente, con algo de histriónico y ventrílocuo, lo mantuvo siempre en una edad horizontal, con brío juvenil, incluso ya nonagenario. «No hay quien mate a la poesía; sepa que ni la física cuántica ha podido con la lírica cualificada», me dijo, al hilo del Cervantes, para recargar más municiones con uno de sus traviesos neologismos: «Soy un "vagamundo"acostumbrado a vivir en el "intraexilio", y nunca he sido víctima del ridículo afán de "gloriola"»...
Tan nómada como él mismo, su poesía practica, sobre todo, un sabio «contrabando» de fronteras: entre la claridad coloquial y el más severo cripticismo; entre la sustancia de los clásicos y la voluntad de fragmento; entre la exposición de lo vivido y el retorno a su candente inminencia.

Una poesía, en fin, endiabladamente lúdica, surcada por hondos y pícaros zigzagueos, desde un fijo vitalismo erótico que, de pronto, se eclipsa, sin que nunca llegue del todo a oscurecer. Erotómano irredento, que llamaba indistintamente a las metáforas y a las mujeres libertinas «las adivinas», Rojas explicaba que «la poesía participa, al mismo tiempo, de la doncellez, la preñez y el parto». Y de su modo de extracción, exclamaba: «Hembras, hembras / en el oleaje ronco donde echamos las redes de los cinco sentidos / para sacar apenas el beso de la espuma».