Getafe C.F.

El empedrado

La Razón
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El Valencia salió en El Molinón dispuesto a seguir coliderando la Liga –ahora es primero– y en menos de diez minutos ganó el partido al Sporting de Gijón. Sus actores salieron al escenario y pronunciaron sus versos sin titubeos. El resto de la función quedó para actores secundarios.
El Madrid llegó al final del Ciutat de Valencia con empate a cero y, pese al monólogo de todo el encuentro, hizo mutis por el foro sin que los seguidores del Levante resultaran satisfechos con su interpretación. Sin aplausos.
El director de la compañía, José Mourinho, tuvo que comenzar a pensar, por si sucedía lo improbable, contra quién tenía que cargar, con quién disimular. El césped estaba en buenas condiciones y no era el del Bernabéu, el Levante jugaba con siete suplentes y no era cosa de decir que contra el Real Madrid renunciaba a la victoria. Estaba sumido en la duda. Su equipo seguía sin gustar. Encontró culpable: el empedrado.
El Madrid se hizo con el balón y, salvo que el reglamento permitiera que el contrario tenga uno para él, el juego sólo tenía un dueño. Mourinho no es partidario de las rotaciones. Cree saber cuál es su equipo titular y no desea cambiarlo hasta que todos no estén en lo que celebran. No le importa, como a otros entrenadores, que haya que jugar Liga de Campeones.
Su colega valencianista, Unai Emery, en Gijón echó mano de varios hombres de la reserva para tener a los mejores en buena forma física contra el Manchester United, objetivo preferente. Mourinho, sin embargo, se mantiene en sus trece y no hace relevos importantes. Pedro León y Benzema le quitaron la razón. Tiene que cambiar.