Afganistán
La ira fanática prende en Afganistán
Nueve muertos más en el segundo día de ira por la quema de un Corán en EE UU. El polémico pastor Terry Jones no se considera responsable: «Los islamistas nos utilizan como excusa»
NUEVA YORK- Hace dos semanas el pastor de Florida Terry Jones –que saltó a la fama del circo mediático por querer conmemorar el pasado 11 de septiembre con una hoguera de coranes– empezó a llamar a los periodistas. Quiso convocarlos en su iglesia a un juicio contra el libro santo de los musulmanes. Esta vez apenas recibió atención mediática. Los focos estaban en otra parte. Precisamente, iluminaban los alzamientos de los pueblos árabes contra sus dictadores en Egipto, Barhéin o Libia.
El pastor Jones –que en septiembre siempre ofreció sus ruedas de prensa a tiempo para incluirlas en los informativos– no desistió en su empeño, y se las ingenió para ajusticiar el Corán. Después, colgó el vídeo en internet para que todo el mundo pudiera verlo. Hasta el día de ayer sólo había tenido poco más de 1.500 visitas.
El juicio tuvo lugar el domingo, 20 de marzo. Jones fue el juez, y el fiscal, un cristiano convertido del islam. El papel de abogado defensor lo tuvo un imán de Dallas. El jurado estuvo compuesto por 12 miembros de la iglesia de Jones, el Centro Dove World Outreach. Y, por supuesto, el Corán fue declarado culpable de cinco crímenes contra la Humanidad, entre ellos «fomentar actos terroristas, muerte, violación y tortura de personas cuyo único crimen es no profesar el islamismo».
El castigo fue dictaminado por los internautas a través de una encuesta. Eligieron entre varios castigos: quemarlo en la hoguera, hacerlo trizas, hundirlo bajo el agua o ponerlo frente a un pelotón de ejecución. Los usuarios de internet optaron por las llamas. Todo esto pasó inadvertido hasta que el jueves pasado el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, pronunció un discurso en el que condenó el juicio del pastor Terry Jones. Y fue al día siguiente cuando los imanes afganos recogieron las palabras de Karzai para sus sermones de los viernes e instigaron a los afganos a que reaccionasen a la afrenta de Jones.
El efecto provocó la muerte de doce trabajadores de la ONU asesinados en la ciudad del norte del país, Mazar-i-Sharif, presuntamente en venganza por la quema del Corán en la localidad de Gainesville (Florida).
Kandahar: el bastión talibán
Las autoridades afganas no dudaron ayer en achacar los brotes de violencia a los «enemigos del islam», uno de los eufemismos que usan para referirse a los talibán. «No se trataba de manifestantes, sino de oportunistas», defendió ante Efe el jefe del consejo provincial de Kandahar, Ahmad Wali Karzai, que es además hermano del presidente afgano, Hamid Karzai. Kandahar, un bastión espiritual de los talibanes, es una de sus áreas de influencia tradicionales y ha sido escenario en el pasado de varios ataques y atentados contra las tropas internacionales.
«No nos sentimos responsables», dijo Jones a la cadena First Coast News en Florida, añadiendo que «los musulmanes y los extremistas del islam han usado eso de excusa. Si no nos tuviesen a nosotros como excusa usarían otra», añadió. No contento con sus declaraciones, el pastor emitió un comunicado con la misma retórica que utilizó el pasado septiembre. Exijo a Estados Unidos y Naciones Unidas que actúen de forma inmediata contra las naciones musulmanas, las cuales deben cambiar sus leyes para permitir que sus ciudadanos tengan libertades y derechos a culto religioso, libertad de discurso y desplazarse sin miedo a ser atacado o asesinado», explicó. Y añadió: «Debemos exigir cuentas a estos países y personas por lo que han hecho y por cualquier excusa que puedan usar para promover el terrorismo. Es hora de que se exijan cuentas al islam».
Ayer las protestas violentas se repitieron en Kandahar, considerado el bastión de los talibán. Estos extremistas religiosos también se han pronunciado a través de un portavoz que ha desmentido cualquier relación con estos ataques. En los de ayer, nueve afganos resultaron muertos y 81 fueron heridos como consecuencia de los disturbios originados en una protesta en la que se corearon consignas como «larga vida a los talibán» y «muerte a América».
Hace una semana los mismos imanes también se pronunciaron en contra de Jones, pero sus palabras no tuvieron el calado entre la población que la intervención de Karzai. También ayer un grupo de suicidas atacó la base militar de Kabul, Camp Phoenix, que acabó con la muerte de dos asaltantes.
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