Ministerio de Justicia
Otra vuelta de tuerca
En tiempo de descuento legislativo y siendo improbable la continuidad del partido en el Gobierno es de elegancia moral no llevar a las Cortes proyectos de ley no consensuados ampliamente. Leire Pajín le sirvió a su jefe un proyecto reglamentando la muerte. La agradecida Bibí le atendió complacida con otro de Igualdad, mezcla de regla cisterciense y edicto soviético, para ilustrarnos cómo debemos comportarnos. El buen sentido de las minorías del Congreso ha aplazado estas intromisiones en nuestra intimidad hasta la próxima legislatura. El señor Zapatero recuerda «Otra vuelta de tuerca» de Henry James en que dos amantes platican en el templete del lago sin saber que están muertos. O bien el ectoplasma de La Moncloa es de los fanáticos del morir matando o éste era el talante que nos vendió en un chino de todo a cien. Su ministro de Justicia tampoco se rinde, presentando un borrador de una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, que tampoco se aprobará, pero que ahí queda como carta de intenciones. La instrucción pasa de los jueces a los fiscales que, al ser un cuerpo jerarquizado, tanto da que los instruya la policía. El fiscal es el defensor de la sociedad pero si el Fiscal General del Estado levanta un teléfono el más inocente de los españoles puede acabar en el foso de los cocodrilos. Y la Acción Popular queda maniatada, cuando la Iniciativa Popular para modificar o proponer leyes exige medio millón de firmas y excluye a las leyes orgánicas. Otra vuelta de tuerca y cerrar bien la tranquera. Otra vuelta de tuerca
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