Murcia
El marketing del terrorismo
En el minuto 1:14, justo ahí. «Fíjate», dice José Hermida. Cuando el portavoz del comunicado de ETA habla de un referéndum, «sin injerencia ni limitación», las dos personas que le flanquean se mueven a la vez, lo que no ha sucedido antes ni después en el vídeos.
«Se mueven con alivio, como si ya se hubiese dicho lo que les crea tensión –prosigue José Hermida, que da clase de Habilidades de Comunicación y es experto en comunicación no verbal–. Desde su punto de vista, ese mensaje que acaban de mandar es muy importante».
Por un lado están las palabras, casi siempre las mismas, un corta y pega de otros comunicados, con la retórica habitual, que da vueltas sin nombrar. Por el otro lado, tan importante o más, está la comunicación no verbal, el mensaje premeditado o no, que lanzaron los tres terroristas.
Miren la foto. Asusta. Si un niño pregunta qué es el coco, se le puede enseñar esta imagen, que el coco debe ser algo muy parecido. Es lo que ETA quiere comunicar. La banda terrorista tiene un marketing que vender a los suyos y a los que considera enemigos. Un mensaje que se repite, sin esperanza, cada vez que se ponen ante las cámaras. En un fondo azul y el anagrama de la banda, con dos banderas a los lados, dos personas flanquean a un portavoz.
Todos encapuchados de blanco a juego con la mesa, escondidos, para no dar la cara. Una imagen intencionadamente tétrica: «El efecto de las capuchas por supuesto que resulta atemorizador. No me extraña que los partidos políticos, casi de forma unánime, no hayan dado un valor especial a este comunicado porque, en cuanto a elementos visuales no verbales, los dirigentes de la banda no demuestran un cambio de actitud que les aleje de la imagen negativa que tienen ante la opinión pública. No ya sólo es que oculten cualquier parte de su cuerpo, sino la forma como lo hacen con las capuchas, chapelas, guantes y ropa muy oscura.
Estos elementos nos transmiten de manera inconsciente un inmovilismo. No les ayuda para nada si fuera cierta su intención de abandonar la violencia y el terror. Sí creo que un cambio de escenario, incluso de vestuario y una gestualidad más amplia y relajada, facilitaría mucho que se le diera más credibilidad al supuesto cambio de actitud de la banda», explica el profesor Salvador Hernández Martínez, director de la escuela de Protocolo en la Universidad de San Antonio en Murcia.
La marca del terror
Quieren dejar claro que siguen siendo lo mismo, para que, pese a los últimos movimientos tácticos, sus seguidores sigan reflejándose en ellos. Si hubiese un espíritu de integrarse o de avanzar, el cambio de ideas tendría que ir acompañado del cambio escenográfico. «Si quieren integrarse, deberían cambiar esa imagen macabra, que repugna –explica el director del másters de comunicación política de la Universidad de Navarra–. Por ahora tienen que ser fieles a la marca ETA, a su seña de identidad. Si hablásemos de una empresa, de una cosa normal, diríamos que venden el producto». Las capuchas, el tono de voz plano, sin la debida entonación, sin pausas, el fondo y esas banderas son como las camisetas de un equipo de fútbol, lo que les da identidad. Si hubiese pósters de ETA, tendrían que ser así.
«Pero no se puede ofrecer un alto el fuego encapuchado», continúa José Hermida, como quien habla de algo de sentido común. Menos obvio es lo que él ha leído entre líneas: «El de la izquierda (derecha para el lector) o la de la izquierda, que tiene pinta de ser mujer, debe vivir en Francia o tener algo de interés en ese país, porque siempre que se nombra, se mueve con tensión». Tiene, además, la boina echada hacia atrás, no calada como el del lado opuesto. «Esto puede ser por el pelo, que lo tiene largo o, pero son suposiciones, para evitar el sudor de la frente, que es lo primero que suda con la tensión».
Y más: el portavoz siempre inclina la cabeza al hablar, quiere ser persuasivo, como se habla a un niño pequeño cuando se le quiere convencer de algo. Apenas hay más movimientos: el único que hacen todos a la vez es alzar el puño al final, pero se puede comprobar la ausencia de convicción. «El brazo lo bajan a destiempo, como si no estuvieran de acuerdo en lo que dicen y hubiese tensiones entre ellos».
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