Buenos Aires
Máxima la paranoica
Obsesionada por su peso y controladora. Así aparece descrita la famosa consorte de Holanda en su biografía no autorizada, «Máxima, una historia real»
Máxima es risueña, espontánea, divertida y muy natural, según le comentan sus amigos a Soledad Ferrari, una de las autoras de «Máxima, una historia real» (Editorial Laocoonte). «La calidez y frescura de la joven ha ayudado a la buena imagen que se tiene en Holanda de la monarquía», explica la periodista. Ella y su compañero, Gonzalo Álvarez, llevan años investigando la vida de la futura reina de Holanda. «Lo que más nos movió para investigarla fue su perfil. Una chica de clase media que, de repente, se convierte en princesa. Y nunca destacó. No fue ni la más guapa, ni la más inteligente, y nunca tuvo mucho éxito con los hombres», dice Álvarez. Sin embargo, y a pesar de la felicidad que irradia, desde que vive entre los Orange, «se ha convertido en una paranoica».La monarquía holandesa es una de las más asentadas del Antiguo Continente y, a pesar del importante papel que cumple la reina Beatriz, sus súbditos también tienen en especial estima a Guillermo Alejandro, y más aún desde que en febrero de 2002 le diera el «Sí, quiero» a una plebeya de origen argentino llamada Máxima Zorreguieta. Su naturalidad y espíritu latino cautivaron a los ciudadanos del país flamenco y en una charla, cigarro en mano, con la reina madre, terminó de conquistar a la que podía ser su más férrea opositora.Las primeras palabras que escucharon los holandeses de la que sería princesa de Holanda fueron por televisión. En una entrevista que concedió después de anunciar su compromiso, afirmó que había sido una juerguista empedernida, que eso formaba parte de su pasado, y añadió: «Pero nunca dejaré de ser latina. Seguiré bailando». Sin duda esta naturalidad ha ejercido una influencia muy positiva sobre la reputación del príncipe Guillermo, al que Soledad Álvarez califica de «faldero», ya que «siempre hace lo que su madre y su esposa le indican», asegura. En cierta manera, es lógica su actitud, ya que cuando sustituya a su madre en el trono romperá con más de 120 años de hegemonía femenina, aunque su hija Amalia, cuando suceda a su padre, volverá a colocar a una mujer al frente de la Casa de Orange. Antes de convertirse en la esposa del heredero de Holanda, Máxima vivía en Nueva York y trabajaba como ejecutiva de Deustche Bank, por lo que su sueldo era similar al de muchas jóvenes que se abrían paso en la Gran Manzana. Pero su cita a ciegas con el príncipe, meses más tarde de que desembarcara en la ciudad estadounidense, la ha llevado a una posición más ventajosa. Según los datos que publicó la Casa Real en 2008, antes de la recesión, la argentina cobraba 820.000 euros anuales para sus gastos personales, sin embargo, y sin contar con cifras concretas, con la reducción a la mitad del presupuesto con el que cuenta hoy la familia real, lo más seguro, es que lo que percibe Máxima hoy se haya reducido más de la mitad.
Obsesión por el peso«Máxima se siente holandesa y por eso no duda en dejar claro que ella es una princesa holandesa nacida en Argentina», afirma la biógrafa que ha sido amenazada varias veces por la casa real de los Países Bajos para que no saliera a la luz. ¿Qué temen que se conozca de la futura reina? En realidad, Máxima no tiene mucho que esconder, «vivió una juventud igual que la de cualquier joven de clase media alta de Buenos Aires. Bebía y fumaba como todos», destaca Álvarez. Sus vivencias, salvo el problema alimentario que le indujo su madre –«siempre obsesionada con el peso»–, no son motivo de escándalo, salvo las actividades políticas de su padre, Jorge Zorreguieta, más conocido como «Coqui», ministro de Agricultura durante el régimen militar de Videla, que gobernó Argentina entre 1976 y 1982. El padre, siempre muy cauto en las entrevistas que concedió a los medios holandeses, negó haber tenido conocimiento de los secuestros y de las torturas que se produjeron durante su estancia en el Ejecutivo, pero ni sus negaciones ni la buena relación que mantiene con la Reina, le evitaron el descrédito popular. Por ello, meses antes de la boda, Máxima tuvo que llamar a la residencia de los Zorreguieta y decir: «Papá, vos no podés venir». Hoy, no obstante, los padres de Máxima cada día pasan más tiempo en Holanda y aunque existen varios grupos de presión, «como el que ha conseguido que ‘‘Coqui'' no se compre un apartamento en Ámsterdam», según la autora, lo cierto es que está construyendo una casa pegada al Palacio Real.Tal vez uno de los pasajes más desconocidos que aporta «Máxima, una historia real» es la juventud de la joven en Buenos Aires, ya que tanto ella como su hermana tuvieron que padecer las obsesiones de su madre. En Argentina, el culto al cuerpo es uno de sus rasgos más característicos, por eso la constitución de Máxima «no atraía al hombre argentino. Era demasiado alta y le gustaba mucho comer», explica Álvarez. Este fue uno de los motivos por los que su madre lo pasaba mal viendo a su primogénita devorar pasteles, y es que «a Máxima siempre le ha gustado comer», añade la autora. Por eso no llaman la atención en las fotografías sus constantes subidas y bajadas de peso. A pesar de todo ello, a la futura Reina de Holanda se la ve feliz, aunque no lo sea completamente. «Desde que es princesa se ha convertido en una paranoica. Lo controla todo y trata de evitar que nadie hable de ella. Ya sólo conserva a su círculo de amigas del colegio», concluye Soledad Álvarez. Y es que la vida en palacio no es de color de rosa.
Madre de tres niñasAl margen de su estricta vida palaciega, Máxima conserva el espíritu familiar tan arraigado entre los latinos. Por eso, trata de pasar todo el tiempo posible con sus pequeñas y es una constante ver fotografías de la pareja jugando con Amalia, de siete años y futura heredera al trono holandés, Alexia, de cinco y Ariana, de tres. Sin embargo, si en algún momento la joven de 39 años decide separarse del príncipe Guillermo, las niñas no podrán salir de palacio, como indica el acuerdo prematrimonial que tuvo que firmar días antes de su boda.
Íntima de Doña LetiziaLa pareja ha protagonizado muchas de las instantáneas del pasado Mundial de fútbol de Suráfrica. Con la bufanda naranja siempre al cuello, han sido sus más fieles seguidores. A pesar de perder la final ante España, la pareja mantiene un gran vínculo con nuestro país. En especial entre la princesa de Orange y Doña Letizia, que se han convertido en grandes amigas. Intercambian a menudo llamadas telefónicas, tal vez para darse consejos, ya que las dos, además de ser latinas, provienen de familias plebeyas y por tanto saben las dificultades que ambas han tenido que afrontar para acomodarse al estricto protocolo regio.
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