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Popieluszko mártir del pueblo

El cura polaco asesinado por la Policía comunista en 1984 ya es beato. Su madre aún reza por la conversión de sus cuatro asesinos.

Popieluszko, mártir del pueblo
Popieluszko, mártir del pueblolarazon

Sin el sindicato polaco Solidaridad, ¿habría hoy libertad en los países europeos del antiguo bloque comunista? Y sin el padre Jerzy Popieluszko, ¿qué habría sido de Solidaridad? Cuando apareció su cadáver en el río Vístula en 1984, torturado y metido en un saco, más de 300.000 polacos acudieron a sus funerales, en acto de desafío al régimen comunista. Ese día, el 3 de noviembre, Lech Walesa dijo ante la multitud: «Solidaridad vive porque Popieluszko derramó su sangre por ella». Cinco años después, el sindicato forzaba la caída del sistema comunista en Polonia, y luego, en Europa. Ayer la plaza Pilsudski de Varsovia acogió a unos 140.000 fieles, 1.600 sacerdotes y 100 obispos para beatificar al sacerdote que dio fuerza al pueblo polaco. En grandes letras se leía el lema del apóstol San Pablo que él hizo suyo: «Vencer al mal con el bien». Muchos recordaban que en ese mismo lugar, en 1979, Juan Pablo II, recién elegido Papa, celebró una misa multitudinaria que quitó el miedo a muchos en Polonia. «El padre Popieluszko es beatificado como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación», afirmó el arzobispo metropolitano de Varsovia, Kazimierz Nycz.Entre los asistentes estaba la madre del mártir, Marianna, fuerte a sus cien años, que declaró estar muy feliz. «La muerte de Jerzy fue para mí el dolor más grande, pero no juzgo a nadie. Dios juzga. La alegría más grande será para mí cuando las personas que mataron a Jerzy se conviertan», declaró en una reciente entrevista al semanario «Niedziela». Un coronel, un capitán y dos agentes de la Policía secreta comunista fueron juzgados y encarcelados en 1984 por el crimen. Salieron pronto de la cárcel bajo una amnistía, y no se sabe que hayan pedido perdón, aunque Marianna ya se lo ha concedido. Ella admite que «muchas veces he rezado por intercesión de mi hijo, y me ha ayudado. Jerzy sabía que Dios es la presencia más importante en la vida. Hay que rezar cada día».¿Qué llevó a un sacerdote de 37 años a desafiar al sistema comunista en una época en que parecía intocable? Quizá la respuesta está en su infancia y juventud. Su madre explica que rezaban en familia: cada miércoles, a la Virgen del Perpetuo Socorro; cada viernes, al Sagrado Corazón; cada sábado, a la Virgen de Czestochowa. Además, «para Jerzy, San Maximiliano Kolbe era el más grande ejemplo de sacerdote», dice Marianna, refiriéndose al santo franciscano que murió en Auschwitz en 1941 sustituyendo de forma voluntaria a un padre de familia.

Misas «por la patria» que derrotaron al miedoEn 1981, la Polonia comunista decretó la ley marcial, que restringía las reuniones. Sólo en las misas podía juntarse un número importante de personas. En las del padre Jerzy, llamadas «misas por la patria», se rezaba por los sindicalistas detenidos, se leían poemas patrióticos, se hablaba una y otra vez de libertad, justicia y del nuevo Papa polaco, que desde 1979 repetía «no tengáis miedo». Popieluszko visitaba a los encarcelados y confesaba a los huelguistas. Ejemplificaba que el obrero polaco estaba con Dios, no con Marx y el partido. Las autoridades lo encerraron y lo difamaron, pero su fama crecía. Sobrevivió a un intento de asesinato disfrazado de accidente de coche. Finalmente, la Policía secreta lo secuestró, torturó y echó aún vivo al río Vístula.