Estados Unidos

Obama y Romney: tan lejos tan cerca por César Vidal

La Razón
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Pocas sorpresas cabía esperar de las declaraciones de Obama ante la ONU en relación con la situación internacional. Las líneas maestras se habían filtrado a la Prensa tan sólo unas horas antes y dejaban ver un llamamiento a la calma, la buena voluntad y el entendimiento, así como el anuncio de una política de firmeza frente a Irán insistiendo en que no se puede tolerar que tenga armamento nuclear. El verdadero enfrentamiento con Romney ha tenido lugar en un escenario muy distinto, la reunión anual del Clinton Global Initiative en el que ambos contrincantes han podido exponer sus puntos de vista en política internacional.

A pesar de que Bill Clinton fue un presidente demócrata, su foro goza de un prestigio que va más allá de las diferencias entre los partidos y que explica que en 2008 tanto el republicano McCain como el demócrata Obama comparecieran en él. Dicho sea de paso, Clinton fue muy cortés con ambos, al igual que ha sucedido ahora. Si se atiende a lo que cuentan algunos medios europeos, los presentes habrían contemplado la enorme diferencia entre la paloma Obama y el halcón Romney. No ha sido así por la sencilla razón de que ambos difieren en cuestiones puntuales, pero están de acuerdo en las esenciales. De manera bien significativa, Romney desea remodelar la política exterior, pero sus puntos de diferencia más marcados con Obama son el énfasis en que la política de ayuda económica practicada hasta ahora ha quedado atrasada y el dinero que se entrega para desarrollo a la apertura de esas naciones a las inversiones americanas y a la desaparición de las barreras aduaneras para los productos americanos.

En ese sentido, Romney ha insistido en examinar con cuidado la ayuda a un Egipto regido por los Hermanos Musulmanes. Es cierto que también insiste en que, en contraste con la política de Obama, el desarrollo de los acontecimientos no debe sorprender a contrapié a la Casa Blanca, pero semejante afirmación no pasa de ser lo que los americanos llaman «wishful thinking», es decir expresar simplemente lo que se desea, pero que resulta muy difícil de realizar. Obama –nada paloma– ha enfatizado que Estados Unidos no tiene la menor intención de abandonar el papel que representa en la escena internacional, que hará justicia con aquellos que han causado daños a los americanos y que defenderá con fuerza la democracia en el exterior. Insistamos en ello. Podrá haber puntos de discusión sobre el aumento o la disminución de unos gastos militares sobrecogedores y también sobre las sanciones concretas que hay que imponer a determinados países, pero los dos candidatos coinciden en que el siglo XXI tiene que seguir siendo un siglo de hegemonía norteamericana y que la seguridad nacional resulta irrenunciable.

Por otro lado, las necesidades se imponen. Por mucha importancia que pueda tener el planteamiento internacional de una potencia hegemónica, lo cierto es que ambos candidatos han reemprendido de manera inmediata sus obligaciones de campaña. En concreto, Romney se ha dirigido a un foro organizado por NBC News para discutir sobre política educativa y después ha viajado para unirse a Paul Ryan en una serie de actos electorales que tendrán lugar en Ohio, un «swing state» absolutamente esencial para los republicanos. Obama vuelve a dirigir su mirada hacia una Florida donde, de momento, saca ventaja a su rival.