Málaga
La alegría de enfilar hacia La Moncloa por Lidia Jiménez
«Oa, oa, oa, Mariano a la Moncloa». Un coro de 3.000 personas en pie, agitando banderas y lanzando piropos, fueron el colofón de la convención nacional del PP clausurada ayer en Málaga. El candidato a la Junta de Andalucía, Javier Arenas, que acompañó a Rajoy continuamente durante estos tres días, ya había calentado al auditorio (minutos antes) con alusiones al orgullo andaluz, a la unión de los españoles y a la necesidad inmediata de mejorar la educación, el empleo y el futuro «de todos los españoles». Sentado frente a él, un renovado Rajoy, con traje gris, camisa blanca y corbata azul clarita –que hacía juego con el escenario-. A su derecha, su esposa, Elvira, se unía por momentos a la efusión que creaba el «futuro presidente de la Junta», como le llaman ya sus compañeros de partido. «Don Mariano», como le llamaban muchos, se fue relajando a medida que avanzaba el congreso. Sus allegados confesaron que la responsabilidad que se le avecina –si llega a la Moncloa el próximo 20 de noviembre– «le preocupa», pero que el baño de multitudes y la muestra de confianza (al fin) de los suyos, «le ha sentado muy bien».
«La fiesta se ha acabado», profirió Arenas desde el estrado ayer refiriéndose al «estropicio económico» del gobierno socialista. «Ahora empieza la nuestra», bromeó una espontánea de Las Palmas, sentada entre el público. La mujer se refería al ambiente festivo de estos días y «la alegría por el cambio». La fiesta fue también literal.Rajoy pensó en los más jóvenes y, el viernes por la noche,el PP habilitó una discoteca en la capital malagueña, Gold, con varias salas donde se escuchaban todo tipo de ritmos. Desde luego, lo que más se oyó era la música de campaña del PP que muchos tenían instalado como tono de llamada. Fue la línea de estos días de convivencia: la gente estaba contenta, satisfecha. Y Rajoy se fue contagiando de esa energía positiva y espontánea. Así se le notó en el discurso de clausura.El candidato habló de compromiso, responsabilidad, honradez, compromiso… Muy en el tono de sus intervenciones políticas. Sin embargo, ayer hizo más pausas, sonrió más y, a ratos, se emocionó en el estrado. Esta vez, incluso añadió una «reflexión personal», como él la denominó, para referirse a la «grandeza y la entrega» de los españoles. Recordó a su padre, que se levantaba a las cinco de la mañana para ayudarle a preparar los temas de la Oposición. El público se entregó del todo. Tampoco les hacía falta mucho. «Ya venimos jaleados», comentaba un hombre a la entrada. Por la forma de dar palmas y la vibración del recinto, se notaba que era Andalucía el lugar de la celebración. Rajoy fue enumerando los compromisos que adquirirá si llega a la Moncloa. Gritos de «sí, Mariano». «A por ellos, oé, a por ellos, oé», coreaban las nuevas generaciones, muchos con i-phones y cámaras para retratar el momento. Habían llegado autobuses de decenas de provincias españolas. «Trabajaré como nadie», afirmó. Cospedal, Gallardón, González Pons… todos asintieron con el gesto. Nadie duda de la capacidad de trabajo del posible futuro presidente del gobierno español. «No puedo caer bien a todos, pero sí puedo gobernar bien para todos», añadió el líder de los populares. «España va a salir de la crisis,quiero devolver la alegría este país», continuó. Y el público, en grupos, decía muy alto: «Te creemos».
✕
Accede a tu cuenta para comentar