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Barcelona

El peor de los sueños hecho realidad

Acabar con la Fiesta Nacional en Barcelona es terminar con uno de los cosos más importantes en el calendario español. Cataluña siempre ha sido un lugar en donde la figuras del toreo repetían muchas tardes en la misma temporada. Todos los años, toreaba ocho o diez corridas en esa plaza. Hace décadas se daban allí más festejos que en Madrid, pero poco a poco se ha ido perdiendo esa presencia y afición.

El peor de los sueños hecho realidad
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Reconozco que Cataluña fue mi trampolín. Debuté allí con caballos en el año 1959, lo que me sirvió para ser algo en la vida. Me hizo torero. Maté veintinueve novilladas. Era trascendente cuanto ocurría en ese albero. Desgraciadamente, en estos momentos ya no es así. Por eso, estamos en la situación actual y con un futuro bastante negro.A nadie se le escapa que con el paso de los años ha ido perdiendo fuerza y las corridas han ido desapareciendo. Al haber menos corridas, la gente va perdiendo la afición. Pero no sólo la capital en sí ofrecía carteles de peso, también estaban Tarragona, Sant Feliú, Figueras... Por este motivo, no me puedo imaginar esa Ciudad Condal sin tardes de toros. Me parece una sorpresa que los políticos no muevan un dedo ante una noticia tan desagradable. Pero, claro, todo viene por la política. Son los propios políticos, sólo pendientes de amasar dinero y poder, los culpables. El problema es que quieren eliminar todo aquello que huela a español. No se trata de una defensa de los animales. Están empleando una visión política, e incluso los que sí conocen y disfrutan con la Fiesta se han callado por miedo a que les quiten su posición. El problema es que quien debe decidir no conoce nada de este mundo. No lo comprende. Tampoco entiendo que los mismos diputados que están votando en contra del mundo del toro sean partidarios del aborto. Estamos hablando de matar a una persona, no a un toro.La mayoría sólo acude para dejarse ver en los callejones fumando interminables puros y ni pasan por taquilla. Me provoca tristeza, impotencia y hasta vergüenza ajena el atropello que está a punto de cometerse con el mundo de los toros. Los taurinos nunca hubiésemos imaginado esta situación, ni en Barcelona ni en otro sitio. Esta ciudad tiene demasiada tradición taurina. Asumo que los toreros siempre hemos sido muy independientes, nunca hemos estado unidos: por celos profesionales, por enemistad... Y ahora, quizás, puede ser demasiado tarde.La Tauromaquia pertenece a nuestra cultura desde hace siglos. No podemos prohibirla de la noche a la mañana. Es una parte viva de la historia hispana. Es inconcebible que se acabe con una expresión cultural tan maravillosa. No me sorprende que Serafín Marín medite irse de Cataluña: que no te dejen trabajar en el lugar donde naciste es muy triste y va en contra de la libertad que tenemos todo ciudadano.Las manifestaciones de los partidarios de la Fiesta sólo tratan de defender lo que es suyo de la mejor manera que pueden. Ésta es una de ellas: echarse a la calle. Los «antis» apenas son unos cuantos que hacen ruido contra el mundo del toro; en cambio, los defensores son muchos más en número y, sobre todo, mucho más educados, más respetuosos. La gente que no quiera ir, que no vaya, estamos en un país libre.De consumarse la abolición, sólo puedo esperar que Cataluña no sea el epicentro de una devastadora bomba con onda expansiva. Pero, aviso, como empecemos a prohibir cosas, terminaremos prohibiendo hasta hablar y opinar, como en una dictadura. Acabarán tapándonos la boca y terminaremos pareciendo bueyes por la calle.