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La ejecución del coronel

La Razón
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No hay nada que justifique la pena de muerte o una ejecución sumarísima. La cadena perpetua es el justo castigo para determinados criminales abyectos. Lo otro es ponerse al mismo nivel. Es cierto que muchas veces se plantea cuál debe ser la condena para genocidas como Hitler, Stalin o Mao, por citar ejemplos típicos. Nunca he tenido la más mínima duda de que debe ser la cadena perpetua. Los juicios de Nuremberg o Tokio responden a otras épocas felizmente superadas. El dictador libio Gadafi perdió el poder no por la acción de los rebeldes, cuyas intenciones me resultan inquietantes, sino por el fervor bélico de las democracias occidentales. Es evidente que se ha vulnerado de forma flagrante y consciente el mandato de la ONU, pero no ha importado porque no existen voces discrepantes. Los europeos se sienten muy cómodos con esta hipocresía porque el inquilino de la Casa Blanca no es Bush. En el caso de Libia, además, hay un buen botín para repartir. Siento ser tan claro y directo, pero la verdad está a la vista de todos. El brutal asesinato de Gadafi es inaceptable.