Nueva York

Robert Hughes Saturno del arte

El polémico y voraz crítico fallece en Nueva York a los 74 años

El crítico (arriba) de arte visitó El Prado para comprender mejor a Goya, al que dedicó una biografía (que se presentó en la pinacoteca en 2005).
El crítico (arriba) de arte visitó El Prado para comprender mejor a Goya, al que dedicó una biografía (que se presentó en la pinacoteca en 2005).larazon

Encontró a Goya por una afinidad imprevista, por una comprensión íntima «del dolor». Robert Hughes sufrió un accidente automovilístico que le condujo al calvario de cinco semanas en coma y una serie de pesadillas adornadas con el universo visionario del pintor de Fuendetodos que resultaron determinantes. En aquella ocasión, corría el año 1999, y después de someterse a una docena de intervenciones quirúrgicas, escapó a la muerte, pero no a las secuelas.

Comenzó a preparar una biografía sobre Goya, que es un pintor al que es muy sencillo reconocer, pero muy difícil conocer. Quería aproximarse a su entendimiento de «la crueldad y la humillación» y, por eso, inició un proyecto que le condujo a Madrid y cuyas conclusiones vertió en una biografía imprescindible del artista español y un documental para la BBC: «Goya: loco como un genio». Para entonces, Hughes, que falleció el lunes en el Calvary Hospital de Nueva York, después de atravesar una larga enfermedad, ya era un crítico reputado, polémico, genial y popular.

La fuerza de un estilo
Había nacido en Australia con la vocación de la pintura, que abandonó por la reflexión sobre la pintura, ejercicio que le catapultaría a la excelencia. Se convirtió en el crítico de arte de la revista «Time», donde sus reflexiones y juicios despertaron recelos y comentarios. Poseía una estilo directo, con fuerza y pegada, lo que contribuyó a formar parte de su leyenda. A sus opiniones no escapó Picasso, Braque, Van Gogh, Jackson Pollock o Cézanne, entre otros. Su relación con el arte contemporáneo resultó tumultuosa debido a ciertas reticencias. De Francis Bacon llegó a afirmar que era «papel para matar moscas» y de algunas tendencias señaló que eran el «vómito de los ochenta». Con ese descaro, enseguida se ganó el favor del público que seguía sus publicaciones y sus controversias. También ganó a las audiencias televisivas con una serie que preparó para el canal británico BBC: «El shock de lo nuevo», una historia del arte moderno que agrandó todavía más su figura. Entre sus monografías, aparte de una dedicada a Barcelona que preparó con motivo de los Juegos Olímpicos (siempre sintió una predilección especial por esta ciudad), sobresale «La costa fatídica», que en España editó Galaxia Gutenberg, que se encuentra entre sus títulos imprescindibles y que recorre la historia de los primeros asentamientos de colonos en su país. No hay que olvidar tampoco «El arte de Australia» y, sobre todo, «Las cosas que no sabía», una autobiografía tan lúcida como sus opiniones. Su vida personal, aparte del accidente de coche, estuvo marcada por la muerte de su primera mujer debido a un tumor cerebral –aunque se habían separado con anterioridad–, el suicidio de su hijo y una inclinación a las depresiones que marcaron su carácter.

 

En el centro de su mirada
-Robert Hughes dedicó algunos comentarios mordaces a ciertos artistas. A Damien Hirst (arriba, a la derecha) lo definió como «un escalador ampliamente sobrevalorado». Expresión que rebajaba varios escalones la valoración de este arista multimillonario. De Warhol comentó que era una de las personas «más estúpidas» que había conocido.
- Con Vincent Van Gogh fue más complaciente. Dijo que en su obra no había nada aleatorio, todo estaba bajo control. Lo que no está mal para alguien que se cortó una oreja.