Murcia

Sin un duro

La Razón
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La situación de nuestra cultura, y de la música en particular, no podía sustraerse a la situación general del país. El reciente fallo de los Premios Líricos del Campoamor incluye una mención especial «Al esfuerzo de los teatros, temporadas y festivales líricos españoles que, en una época de grave crisis económica, y conscientes de su papel en la industria cultural española, luchan por seguir manteniendo vivo el protagonismo de la ópera y la zarzuela en sus programaciones».
El diagnóstico es de gravedad, pero esta epidemia se puede combatir con eutanasia generalizada, inducciones masivas al coma o con calmantes hasta que lleguen los órganos donados por una nueva ley de mecenazgo. Esta decisión la va a tener que tomar el nuevo gobierno. Los primeros óbitos por eutanasia activa ya se han producido, véase la temporada operística de Murcia y en cola hay otros como la Orquesta de Extremadura. También tenemos ejemplos de eutanasia pasiva o inducciones al coma, como las drásticas reducciones de presupuesto en los teatros de la Maestranza, el Palau de les Arts o el Pérez Galdós que, junto con el impago por parte de las administraciones que los rigen de cantidades pendientes, hacen casi imposible su supervivencia.
Los calmantes han llegado a casi todos los festivales, provocando alguna dimisión en quien no quería administrarlos y más de una institución se frota las manos deseando quedarse como está tras los primeros recortes. Es el caso de la ONE, la RTVE o el Teatro del Liceo. Claro que hay donde se combate la epidemia desde la cuarentena, aislándose en una urna para evitar un contagio que, se quiera o no, acabará llegando.
No hay un duro, pero tiene razón el último editorial de «Ritmo»: no matemos al enfermo porque no sabemos si podremos resucitarlo y, en caso de ser viable, el coste sería elevadísimo. Hay soluciones, hay que administrar con originalidad y en las próximas semanas les iré contando lo que puede y debe hacerse y lo que resulta un despropósito. De entrada les conviene meditar a los responsables públicos meditar sobre cómo, con la que cae, pueden estar subsistiendo entidades privadas como Ibermúsica.