Lisboa

OPINIÓN: Gracias Caruana

La Razón
La RazónLa Razón

Cuando me dijeron que Peter Caruana declinaba asistir al Foro Tripartito –que debía reunir antes de fin de año a Gran Bretaña, España y Gibraltar– me llevé un alegrón de viejo embajador jubilado. Finalmente, alguien volvía a tener en cuenta los intereses de España. No ha pasado tanto tiempo. Mediante los Acuerdos de Lisboa en 1980, España comienza a descartarse de sus bazas negociadoras con vistas a la resolución del contencioso de Gibraltar. Con la Declaración de Lisboa se consuma el proceso.

Reino Unido estaba con el agua al cuello. Cesan las facilidades que, contraviniendo el Tratado de Utrecht de 1713 por el que se cede Gibraltar, otorgaba España a la colonia. Corresponde entonces a Thatcher correr con gran parte del coste de sostenimiento de la economía gibraltareña. La diplomacia británica supo esperar su momento. Tenía la llave de nuestra entrada en la OTAN y en la hoy UE. Esto no era del todo cierto si España hubiera estado dispuesta a esperar el suyo. Ni UCD ni el PSOE contemplaban permitir que el tanto de ingresar en aquellas organizaciones fuera al marcador del otro.

Antepusieron sus propios intereses de partido a los permanentes de España. Fernando Morán abre de par en par la verja que corta el término de lo que es La Línea de la Concepción. Con ello, y las medidas complementarias, se consuma el descarte español. No se vislumbra ya razón alguna por la que Reino Unido quiera resolver el contencioso. Así estaban las cosas cuando llegó Miguel Ángel Moratinos. Si Morán nos despojó de bazas negociadoras, Moratinos ha abierto un proceso de cooperación –esto en dos palabras es el Foro Tripartito– destinado a consolidar la presencia británica en la Roca.

Esa engrasadísima máquina de hacer política exterior que es Whitehall ha llevado a Santa Cruz una vez más a su campo y a sus reglas de juego. En su momento supieron utilizar su supuesta capacidad de veto como el tridente de la Britannia del «Rule the Waves» al que tuvimos que someternos. La versión inglesa de «Por el imperio hacia Dios». Con estas reglas jugábamos hasta que, una vez en el campo del Tripartito, nos colaron las del «Divide y Vencerás». Ese conjunto de reglas que tanto éxito les brindó durante el Raj en la India: hindúes contra musulmanes; en Palestina: judíos y árabes; en Irlanda: protestantes contra católicos... Ahora han logrado enfrentar a españoles y a «llanitos». Y la vieja Britannia retrepada en su trono, oronda e impasible impone su Pax Britannica. Caruana puede ayudarnos a ver las cosas en perspectiva.