Aquí tampoco hay quien viva

Si la película «Cinco metros cuadrados» se proyectara, en programa doble, con «El pisito», podríamos pensar que nada ha cambiado en la sociedad española. Del arranque del desarrollismo franquista al estallido de la burbuja inmobiliaria hay un suspiro. Ha transcurrido medio siglo de historia, pero la vida sigue igual: si en la película de Marco Ferreri, su protagonista, José Luis López Vázquez se veía obligado a casarse con una anciana para heredar el alquiler de su vivienda a bajo precio y así contraer matrimonio con Mary Carrillo, en la de Max Lemcke, Fernando Tejero y Malena Alterio pierden la razón cuando las obras de su futura casa son paralizadas sin derecho a indemnización.

Carente del retorcido sentido del humor de su ilustre precedente (marca Rafael Azcona), «Cinco metros cuadrados» pisa firme en el linóleo del costumbrismo hispánico, aunque le cuesta crear vínculos de empatía con sus protagonistas y no sabe muy bien qué hacer con un conflicto que resulta tan agotador y cansino para ellos como para el espectador.
 

lo mejor:
Tejero y Malena Alterio son la reencarnación de los actores de carácter del cine español
lo peor:
que la película no sabe resolver el conflicto que plantea de un modo convincente