Grupos

La arrolladora fiesta de Kusturica

La mar de músicas«El tiempo de los gitanos». Libreto: Emir Kusturica. Auditorio «El Batel», Cartagena, 19-VII-12.

La arrolladora fiesta de Kusturica
La arrolladora fiesta de Kusturicalarazon

Sólo faltó la cabra y la vieja invocación: «Más difícil todavía: ¡La escalera encima de la cabra!». La Mar de Músicas arrancaba su XVIII edición con el estreno de un nuevo escenario, el auditorio (cerrado) de El Batel, y el comienzo de la gira mundial de Emir Kusturica al frente de su espectáculo «El tiempo de los gitanos», estrenado en 2007 en la Opera de París. El proyecto nació de la propuesta del subversido de la ópera Gerard Mortier y el cineasta, actor, músico y ahora director escénico cuelga a su trabajo la etiqueta «ópera punk», clave de acceso para un espectáculo musical de la vida, gozo y desdichas de los gitanos balcánicos. Y Kusturica (en la imagen de la derecha) es campeón del más difícil todavía volcando sobre escena un continuo bulle bulle en el que desborda imaginación, humor y su propio sello, el punto de vista propio que se puede conocer por sus filmes.

La historia es de amor. El joven Perhan, hijo de soldado y gitana, está enamorado de su vecina Azra, a la que también persigue el sedicioso tío del galán. Pero es la puesta en escena lo que atrapa desde el primer momento con las estilizadas gigantas que dan pie a la obra. A partir de ahí todo sucede y aparece en escena. Hay enanos y niños, se bebe y se fuma (la mujer mayor de resonante voz), un «ninot» que es un pavo gigante, una deidad a la purpurina cosa fina, caravanas gitanas, unos gansos pastoreados sobre las tablas, los hombres armados con fusiles de asalto Kalashnikov, borrachos y mujeres fatales, religiosos y futbolistas... Todo estalla en escena con un ritmo a un paso de lo frenético y a veces Kusturica nos deja perdidos en el laberinto del relato, particularmente cuando debemos mirar bien alto en el escenario para leer las traducciones de lo que se canta. Algunos temas se producen más de una vez, con una belleza expresada en forma simple: «Dios te dio los diez mandamientos y los diez dedos y dos ojos de color negro». Gran parte de la música son cantos populares de los Balcanes batidos al compás binario que Kusturica denomina «untza-untza», equivalente de nuestro chunda-chunda. La música está enlatada aunque la No Smoking Orchestra haga apariciones en escena. Pero, sobre todo, un vendaval de expresión popular, el canto a una forma de vida en la que no todo es idílico, las andanzas de los gitanos de los Balcanes.