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Los mandarines de la SGAE

La Razón
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No soy optimista. Los «mandarines» que controlan la SGAE tienen mucho poder y siempre se salen con la suya. El grado de impunidad es absoluto, pero nadie hace nada. La entidad es una anomalía absurda y sus fines primigenios han sido desnaturalizados por Teddy Bautista y sus amigos. El descontrol ha sido absoluto. En los países de nuestro entorno, la entidad hubiera sido intervenida por el Gobierno porque no es una empresa privada. Nunca entenderé por qué la recaudación de los derechos de autor no la hace un organismo público. Hay decenas de millones de euros que flotan en el limbo del descontrol porque no se adjudican a ningún autor concreto. Los gastos de gestión son excesivos. El poder mediático de los «mandarines» explica por qué la SGAE tiene una serie de privilegios que serían impensables para cualquier otra entidad. La cesión de una recaudación al sector privado es, simplemente, un escándalo como lo es la forma con que gestiona esos recursos. Hay que esperar que algún Gobierno, confío que sea Rajoy, acabe con esta anomalía.