Barcelona
«El Viti»: «Si el toro no es auténtico adiós a la Fiesta»
El próximo 13 de mayo se cumplirán cincuenta años de la alternativa de Su Majestad El Viti en Las Ventas, doctorado coronado con una puerta grande, que se repetiría hasta sumar un total de catorce, una cifra aún inabordable
Símbolo tan universal como la Plaza Mayor, la Universidad o la Casa de las Conchas, Santiago Martín «El Viti» es Salamanca. Un mito del toreo convertido en icono de una ciudad en la que no pasan ni dos minutos antes de que Su Majestad del toreo se detenga a saludar a alguien por la calle. Cercano y humano, saluda a unos y se interesa por otros. Con todos se detiene. Todos le conocen. Sonrojado, reconoce haber recibido en casa cartas con su nombre como único remite. Sin dirección alguna. Este San Isidro será especial para el de Vitigudino. Cincuenta años. Medio siglo desde que el 13 de mayo de 1961 tomara la alternativa y saliera por la puerta grande de Las Ventas. Le seguirían muchas más. Hasta catorce. Nadie le ha igualado.
–Enhorabuena por el aniversario. Le han brindado unos cuantos homenajes.
–Bueno, en realidad, la primera fue de novillero un año antes, así que ya son 51. Lo importante es que vayan cayendo siempre. Por eso, ya lo voy festejando yo, día a día. En estas fechas, siempre supone un recuerdo entrañable.
–¿Qué momentos se le vienen de aquel día tan especial?
–Ahora son más reposados, pero en activo, tienes que apechugar con lo logrado y se acaba convirtiendo en una carga, porque te obliga aún más cada tarde.
–Catorce cargas…
–No he querido nunca ni enumerarlas…De hecho, ahora mismo sólo se me vienen a la cabeza tres o cuatro, las más significativas, sobre todo, en las que salí rodeado de mis compañeros de cartel. Esta profesión es de compañeros. De todos, no de uno solo.
–Junto a ellos, dieron lugar a una segunda Edad de Oro del toreo.
–No debo juzgarlo yo, pero esas décadas de los 60 y 70 es cuando más toreros de gran interés ha tenido la Fiesta. Además, toreábamos muchísimas corridas.
–A pesar de ese compañerismo, había una tremenda rivalidad entre ustedes.
–No estaban reñidas. Había un gran respeto entre los toreros. Ahora es diferente. La comunicación antes era mayor: en los traslados, los hoteles, comíamos, íbamos juntos a América... Convivíamos. Eso sí, en la plaza, lo estrictamente necesario. Teníamos esa frialdad para distinguir.
–Antes afirmó que toreaban más. Concretamente, compartió 156 paseíllos con Diego Puerta y 189 con Paco Camino. No le daban la espalda a los duelos directos.
–No. Es el epicentro de todo. Es como el dicho de «Madrid da y quita»; mentira. Madrid nunca ha quitado nada. Al contrario, sólo ha dado a los que tienen y a los que quieren. Al que no tiene, no se le puede quitar nada. Me enorgullece que el haber coincidido tanto con ellos en el ruedo ha dado paso a una amistad muy fuerte entre los tres.
–Suman unas cuantas puertas grandes...
–Las salidas a hombros son ahora más secas, frías, porque no son tan espontáneas. Los aficionados no le dan esa pasión porque los profesionales de hoy priorizan precisamente el salir a hombros, no el público quien busca sacar a los matadores en volandas. Además, mis compañeros trataban de favorecer al toro, de lucirlo, pero claro como no iban a ir con el animal a cuestas… Pues todos a por los toreros. Además, conviene recordar que en todos los carteles siempre se anuncia corrida de toros, no de toreros.
-Cuidaban su herramienta.
-Parece que actualmente se pone más empeño en dar importancia al toro, como si hubiéramos caído en la cuenta del error.
–Sin embargo, algunos encastes agonizan…
-En todas las épocas del toreo, hubo ganaderías, toreros, suertes, hábitos... que desaparecieron. Y lo hicieron, porque vinieron otros nuevos. Es algo que sigue vivo, no digo que sea bueno o malo, porque hay de ambas, pero lo que sí hace es refrescar el espectáculo.
– Uno de esos pioneros que llegan de cuando en cuando fue el recién fallecido Juan Pedro Domecq...
–Su gran virtud fue dar continuidad al trabajo de su familia. Una estirpe con una gran raza ganadera, que ha mamado desde pequeño dentro de sus dehesas.
–¿No le entra vértigo al pensar fríamente que alcanzó unas cifras que nadie ha igualado?
–Lo que sí veo es lo que hacen otros ahora, que yo admiro como si no hubiera hecho nada. Supongo que será por la forma de torear. De algo sabes que existe, que existe de algo la nada. Lo que crees que has conseguido, al final, no es lo que te llega a convencer.
–¿Y qué le llenaba como torero?
–Me preocupaba ir ganando cuota, mejorar. Era el aliciente.
–¿Hay más conformismo en el toreo de hoy?
–Es posible que se haya malinterpretado la humanidad en la Fiesta de los toros. Al humanizarla se ha debilitado. Se ha perdido ese respeto a la dureza indudable que entraña ser torero. El culto al matador de toros. Si seguimos restando elementos que rebajan la integridad de este espectáculo, estamos perdidos. El toro debe ser auténtico y el día que no lo parezca, adiós Fiesta. Porque ésta es toro, toro y TORO y, luego, torero, que se beneficia de la res, pero siempre los últimos e indirectamente.
–¿Era auténtico «Arrojado»? ¿Estuvo bien indultado en Sevilla?
–Cuando es por el bien del toreo, por supuesto. Y lo fue. Si hay que pecar, en estos casos, que sea por exceso, porque... ¿Dónde está la perfección? ¿Existe un modelo?
–Casos como éste desdicen aquello de que el indulto está reservado a cosos menores, ¿tardaremos en ver un indulto?
–No se puede salvar a todos, pero ya hubo toros con motivos de sobra para ello en su día. Vivir de los tópicos no es bueno, hay que vivir el momento y, en Sevilla, la mayoría del público estaba enloquecido. En Madrid, en Sevilla; hay grandes aficionados y, cuando se apasionan, es por algo. No hay que ser inflexible en la norma, en el patrón. Volviendo a lo que hablábamos antes de la escasez de sangres, ¿no estarían ahora mejor esos encastes si hubieran tenido más indultos y futuros sementales con los que depurar sus ganaderías? Ya entonces, en el callejón, mientras lo arrastraban, nos lamentábamos: «Vaya toro se ha perdido...».
–Volviendo a la Feria de Abril, con sus triunfos allí, parece que El Juli y Manzanares llegan con ventaja a San Isidro, ¿no?
–Ambos estuvieron sensacionales. Con la ilusión del que empieza. Hambrientos. En ocasiones, se echa en falta esa ambición.
–Cambiando de tercio, ¿habrá milagro en Barcelona?
–La Fiesta siempre ha sufrido vaivenes impulsados por las contiendas y las Administraciones –que ahora además son más relevantes que entonces, porque arrastran más a la masa–. No es nuevo, ya sucedió en la República, pero la corriente de réplica que surgió abolió cualquier acuerdo. Sin embargo, esta vez, ese efecto contrario está contaminado por interés políticos y económicos. Después de la pataleta e indignación del momento, ya lo pienso con franqueza y, por lógica, pasarán los años y los hijos o los nietos de aquellos que han intervenido para consumar esta prohibición, pedirán cuentas a sus mismos padres. «¿Por qué hicisteis esta barbarie sin argumentos?».
–En estos «tira y afloja», Francia siempre nos ha sacado ventaja.
–No es nuevo. Ya en la ocupación francesa. Aquel hombre que llamaban grotescamente Pepe Botella instauró el boleto que debía pagarse por presenciar en directo corridas de toros. En el pasado y en el presente, Francia ha tenido un espíritu diferente para los toreros, les ha despertado sensaciones distintas. Lo que han hecho, ahora, es darnos una nueva lección, así que, cojámosla y aprovechémosla.
–¿Tuvo que ver quizás que haya faltado, o que haya aparecido tarde, ese compadreo que como dice abanderó a su generación?
–Tengo una enorme esperanza en la simiente que hay en el toreo. Tiene que resurgir. En realidad, no hay grandes cambios, sigue habiendo toros, toreros, aficionados y gente con las mismas ansías, negativas y expresiones de que la Fiesta va a desaparecer.También decían que después de Guerra y Machaquito, era el fin de los toros y, miren ustedes, aquí estamos...
Las figuras
–Con sus triunfos allí, parece que El Juli y Manzanares llegan con ventaja a San Isidro, ¿no?
–Ambos estuvieron sensacionales. Con la ilusión del que empieza. Hambrientos. En ocasiones, se echa en falta esa ambición.
–¿Qué le parece Morante?
–Un gran torero (se le ilumina la mirada). Único. Y eso que no ha tenido nunca la colaboración que otros en factores externos, como los sorteos. Con tres lances, es capaz de poner patas arriba cualquier plaza.
–El gran ausente será José Tomás...
–Es un portento de profesional, de inteligencia y de hechos. Ahora, todos estamos pendientes de que supere su situación física y psíquicamente. Lo espero más por él que por el público, porque se lo merece.
–¿Y del resto?
–Hay toreros con muy buenas condiciones, con esas ganas y ambición tan necesarias. Los veo e incluso tienen más técnica que yo en su día. Pero algunos, luego no tienen recursos. No les funciona la mente y, sin las neuronas entrenadas, lo siento por ellos, pero es imposible, porque el toro no entiende de lógica, no es sólo teoría.
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