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El Panathinaikos tiene canas (77-69)

Los griegos, mucho más expertos, lucharán por su sexto título tras derrotar a un cándido Montepaschi

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Con Zeljko Obradovic en el banquillo y Dimitris Diamantidis al frente de las operaciones, suena a misión imposible que un equipo con poca experiencia europea como el Montepaschi Siena sorprenda a todo un Panathinaikos en la «Final Four». Cierto es que el conjunto italiano se ha convertido en un clásico del baloncesto europeo y que su presencia en la última ronda de la Euroliga se ha multiplicado en los últimos años, pero comparado con el equipo griego, el transalpino es un niño de cinco años al que le queda mucho por aprender.
El primer triunfo –¡oh, qué sorpresa!– empezó en las gradas del Sant Jordi. El verde oscuro del «PAO» ocupaba un cuarto del pabellón, mientras el verde más claro del Montepaschi pasaba desapercibido en una de las esquinas del recinto. A la hora de animar, la goleada ya fue de escándalo.
El choque comenzó con dominio italiano. El equipo de Pianigiani salió con más ganas. Sin ningún agobio, Panathinaikos iba gestionando las desventajas. Si Montepaschi anotaba un triple, Lavrinovic, los griegos respondían con otro, Sato, no fuera a ser que se lo creyeran.
El bizcocho italiano llegó a su esplendor con dos tiros libres de Akindele al inicio del segundo parcial, que situaban el 17-24 en el marcador, la máxima diferencia visitante en todo el partido. En la banda, lejos de sentirse agobiado, Obradovic caminaba con aparente calma. Las tenías todas consigo, a pesar de que su equipo aún no había conseguido ponerse por delante.
Los tiros libres de Akindele supusieron el principio del fin para el Montepaschi que vio como el «PAO» apretó un grado más su defensa y el bizcocho comenzó a deshacerse. Un triple de Fotsis daba la primera ventaja (32-30) a Panathinaikos, que empezó a ampliar diferencias sin prisa, pero sin pausa antes del descanso. Un tiro libre de Diamantidis a pocos segundos para el final significaba el (39-34), la máxima para los griegos antes del descanso.
La estocada definitiva de Obradovic llegó en el tercer cuarto. Sus jugadores salieron con las órdenes bien claras. Defender al máximo y dejar que su ataque fluyera solo al son de Diamantidis. Montepaschi no lo esperaba y tampoco supo contrarrestarlo. Una canasta de Moss fue la única cosecha de los italianos en los primeros 7:15 del tercer cuarto. Nadie asumió el rol de líder y el balón no circulaba con fluidez en ataque. Mientras, el conjunto heleno se dedicó a ampliar ventajas hasta el 49-38, que colocó Batiste con dos tiros libres. McCalebb, también desde la línea de personal, cortaba la sangría de los suyos en la jugada posterior.
El daño ya estaba más que hecho. El enemigo estaba tendido en el suelo y el Panathinaikos no tenía un solo rasguño. Llegó hasta los doce puntos (52-40) de ventaja y tuvo más que suficiente.
Los griegos ni siquiera necesitaron a su potente juego interior, que capturó diez rebotes más que el Montepaschi, ante la inoperancia de los transalpinos en ataque, 17 /47 en tiros de dos, por ejemplo. El último periodo fue una agonía para ellos ante un Panathinaikos que no vio peligrar su victoria en ningún momento. Bastaban su experiencia y su seguridad. Mañana buscará su sexto título europeo. Mientras que Zeljko Obradovic podría ampliar su leyenda, que ya contempla siete cetros. No hace falta decir nada más del gran gurú de la competición.



Ficha
77 - Panathinaikos (17+23+16+21): Diamantidis (8), Calathes (17) Sato (6), Fotsis (14), Vougioukas (6) -cinco inicial- Batiste (16), Perperoglou (5), Nicholas (3) y Tsartsaris (2).
69 - Montepaschi Siena (21+15+11+22): Jaric (-), Hairston (12), Moss (6), Rakovic (10), Lavrinovic (7) -cinco inicial- Kaukenas (13), Stonerook (4), Zizis (4), Ress (-), Akindele (4), McCalebb (7) y Carraretto (2).
Árbitros: Juan Carlos Mitjana (ESP), Grzegorz Ziemblicki (POL), Robert Lottermoser (GER). Eliminaron por cinco faltas personales a Lavrinovic (min.36) y Stonerook (min.40).
Incidencias: Primera semifinal de la Final a Cuatro de la Euroliga 2011, disputado en el Palau Sant Jordi ante unos 15.500 espectadores.