Conciliación

Esperar

La Razón
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Vaya por delante que la Ley de Dependencia ha sido una de las mayores contribuciones de la era Zapatero. Costosa, pero necesaria y socialmente avanzada. Difícilmente imaginable en la hoja de prioridades de un partido conservador. Si a Aznar uno de sus ministros le hubiera propuesto esta norma en una reunión de su gabinete, primero hubiera buscado la respuesta del hombre de la caja registradora y luego hubiera mirado al proponente con cara de «tírate por la ventana sin hacer ruido». Eso no lo digo yo. Sólo parafraseo a un alto dirigente del Partido Popular. Cada grupo político, con sus fuerzas y debilidades. Por eso, la alternancia es tan necesaria y oxigenante. Andalucía lo sabe –lo sufre– bien. Dicho esto, conviene dejar claras dos cosas. La primera es que el potencial laboral de la Ley de Dependencia no se está aprovechando. La consejera de Igualdad recordaba ayer que su aplicación genera en Andalucía en torno a 40.000 empleos directos e indirectos. La pregunta cae de cajón: ¿cuántos se crearían si todas las prestaciones fueran asistenciales y no económicas –la mayoría actualmente–, tal y como reclaman el Defensor del Pueblo, los sindicatos y el Partido Popular? La segunda observación es que el gasto en políticas de igualdad es necesario, pero no acuciantemente necesario. En medio de este agrio vendaval económico, la Junta se va a gastar 1.629,1 millones de euros hasta 2013 en la conciliación de la vida laboral y familiar. Hay momentos en los que lo urgente, lo verdaderamente urgente, es esperar.