Cosa de dos

Jorge Lorenzo ya sabe quién es su mayor enemigo en el intento de repetir título mundial, y también tiene muy claro que ahora mismo su máximo rival está un paso por delante. El mallorquín sigue líder del campeonato, pero cada vez es más asfixiante la presión de Casey Stoner, que ayer dio otra lección de superioridad sobre el asfalto de Montmeló. El australiano ha ganado tres de las cinco carreras disputadas, y sólo el «cero» que se llevó de Jerez por culpa de los excesos de Rossi y la insistencia de Jorge en subirse al podio evitan que se encuentre ya al frente de la clasificación. La potencia de la Honda saca los colores a la Yamaha en rectas tan largas como la de Barcelona, mientras la voracidad del «canguro» hace el resto. Sólo la primera vuelta se la tomó con cierta calma, no fuera a ser que los neumáticos le fallaran antes de coger temperatura.


Misión imposible
Lorenzo salió como una bala en busca de una misión que hasta él sabía que era imposible, como pudo comprobar en menos de cinco giros. Al final de recta, Stoner le arrancó las pegatinas y le dijo hasta nunca. El resto de la historia se limitó a una aburrida caravana de motos en busca de la meta sin adelantamientos entre los nombres importantes. Cada uno hizo su carrera en solitario, peleando siempre contra el crono, y en la parte final, con la incertidumbre de la lluvia. El agua amenazó con acudir en ayuda del vigente campeón, o al menos para convertir la monotonía en locura, pero todo quedó en unas cuantas gotas que ni humedecieron el trazado ni inquietaron a Stoner. Un poco más allá de la mitad de la prueba, las banderas blancas indicaban que se podía pasar por los talleres a por la moto con reglajes de lluvia si era necesario, y sólo en aquel momento Casey aflojó un poco el ritmo.


La lluvia nunca llegó
Su ventaja descendió hasta los 1,8 segundos para esperanza de su único perseguidor, que volvió a desanimarse cuando dejó de chispear y el primer clasificado volvió a empujar a tope. «Hice la mejor salida desde que llegué a MotoGP, pero sabía que Casey era más rápido y que me pasaría. Estaba preparado para ello. Era un día para ser inteligente y conformarnos con lo que teníamos. Es una segunda posición buena para nosotros», explicaba Lorenzo, consciente de que ahora sólo se puede limitar a sumar el máximo posible de puntos y esperar a que su máquina mejore. «Según tengo entendido, hasta el Gran Premio de la República Checa no tendremos algo realmente diferente, así que habrá que continuar creyendo en la magia del deporte para seguir líderes».


Afortunado Jorge
Hasta ahora, a falta de un motor tan enérgico como el de sus enemigos, Lorenzo ha tirado de talento y reconoce que, además, ha tenido algo de fortuna: «Sin las injustas caídas de Dani y de Casey, ahora mismo quizá estaríamos detrás, pero las carreras son así».
Del accidente de Pedrosa han pasado ya tres semanas, y lo único cierto es que sus consecuencias siguen muy presentes. Antes del ya famosísimo choque con Simoncelli, el catalán iba camino de ponerse al frente de la lucha por el título y ahora está muy cerca de despedirse de él antes de tiempo y dejar el debate en una cosa de dos. En Le Mans iba por el buen camino hasta que la desgracia volvió a cruzarse en su camino. Las magníficas sensaciones que transmitía tras liberarse de la placa de titanio y de ganar en Estoril se convirtieron en Francia en cero puntos y otro hueso roto.


Dani, tampoco en Silverstone
Montmeló ha sido su segundo fin de semana en blanco y lo más probable es que tampoco pueda estar en Silverstone dentro de siete días. Su recuperación ha sufrido algunos imprevistos, incluida una posible caída entrenando, y su temporada puede estar cerca de arruinarse definitivamente. Ya está a 37 y 30 puntos de Lorenzo y Stoner, que pueden ponerse a más de 50 si mantienen su nivel en Inglaterra y Dani sigue más pendiente de los médicos que de los mecánicos.

Simoncelli, que partió desde la «pole» para acabar sexto y no rechistar en las 25 vueltas, ha hecho tanto daño a Dani como a Honda, que juntó a Pedrosa, Stoner y Dovizioso para derrocar a Lorenzo. El italiano está en un segundo escalón y un poco más atrás está Rossi. «Il dottore» no avanza con la Ducati, y se ha acostumbrado a ver el podio desde lejos.

Colin Edwards intentó correr con la clavícula recién operada
El viernes, y por culpa de una caída, Colin Edwards se fracturó la clavícula derecha. El sábado por la mañana fue operado en la clínica Dexeus de Barcelona para reducir la lesión y comenzar la rehabilitación. Todo normal hasta ese momento, pero lo que nadie esperaba es que ayer el estadounidense, sólo 48 horas después del accidente y 24 de la intervención, se presentase en el circuito dispuesto a subirse a la moto. El motivo no era otro que poder dar al menos una vuelta y evitar perderse su primera carrera del Mundial desde que debutó en 2003. El plan de Colin iba perfecto hasta que los médicos le denegaron el permiso para subirse a la moto después de revisar su hombro y no pudo ocupar su lugar en la parrilla. «Lo que pasa es que tengo el nombre equivocado y no me llamo Valentino Rossi. Estos tipos no entienden nada. Estoy bien, y aunque parezca estúpido, no quería perderme mi primera prueba», explicó Edwards muy enfadado.