Bruselas

La soga en casa del ahorcado por José CLEMENTE

La Razón
La RazónLa Razón

La bonhomía y sinceridad que tanto caracterizan al titular de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, y que resulta ser un «rara avis» para el resto de la clase política, tuvo ayer en Zaragoza -por emplear un símil taurino-, su día grande, cuando se le interrogó al ministro por las razones de su presencia en la capital maña y, de paso, cómo llevaba lo del «agua para todos». Eso ocurría en una conferencia de Prensa celebrada tras la reunión, presidida por el titular del ramo, de la comisión de seguimiento del llamado Pacto por el Agua de Aragón, y que responde a esa serie de reuniones que se comprometió a hacer cuando presentó los planes de su departamento para esta legislatura.

Cañete se tomó su tiempo y más que una rueda de Prensa al estilo clásico lo que acabó por hacer fue casi una conferencia, en la que brilló una sutil ironía muy alejada a las elefantinas entradas en cristalería de Bohemia de otras ocasiones. Para no dejar mal a sus acompañantes de reunión repitió en varias ocasiones que él no estaba allí para dar explicaciones de ciertas propuestas hasta conocer la situación real de todos los ríos españoles, cuando se hayan efectuado los correspondientes planes de demarcación de las cuencas hidrográficas del resto de España. Pero ante tanta insistencia por parte de los periodistas en si era o no viable el llevar agua de donde sobra a aquellos territorios en las que falta, Cañete confirmó, pletórico y a pulmón batiente como en sus mejores y más estelares actuaciones, que «si no hay agua, no se pueden hacer cosas, y si hay agua, siempre se puede hablar», porque el resto, a su juicio, no serían más que «ejercicios teóricos políticos».

A renglón seguido aseguró que la sequía más dura era la que estaba viviendo Aragón y no el Levante, pero que toda planificación debería pasar por el máximo consenso entre las partes, por eso nadie debía estar más preocupado de lo necesario.

Y finalmente, para atreverse a citar la soga en casa del ahorcado, precisó que Europa nos apremia para que presentemos los planes de demarcación antes del 31 de diciembre de 2013, o en caso contrario podríamos ser incluso sancionados. Cañete, que del tema sabe más que nadie, repitió que habrá agua para todos los españoles porque tenemos agua de sobra, aunque falte algunas temporadas, pero que todo eso estaba siendo estudiado para que nadie resultara perjudicado, porque a lo que se ha de ir es hacia un nuevo Plan Hidrológico Nacional donde el trasvase del Ebro no se descarta, como tampoco la interconexión de las cuencas cedentarias con las receptoras, para que todos salgamos ganando de un bien que pertenece a todos y es de interés general.

Por vez primera en los últimos meses Cañete daba la cara en uno de los territorios más hostiles a los trasvases de agua, y lo hacía, además, abordando todos y cada uno de los problemas que le eran planteados, desde los caudales ecológicos a su paso por el Delta del Ebro, que han incrementado su volumen en varios hectómetros cúbicos anuales, a los informes de sostenibilidad y medio ambiente, a los que Cañete no parece temer porque son de obligado cumplimiento para que su plan salga adelante en Bruselas. Un ministro que no da puntada sin hilo y una suerte tenerle entre nosotros. Todo un lujo.