Libros
Un sueño por Paloma PEDRERO
Últimamente me paso la noche en un ajetreo constante de trenes, coches, hasta motos. Yo que jamás he conducido una, ayer me hice un largo viaje con una motocicleta, y encima sin apenas gasolina y sin luces. Mi pesadilla eterna es el perderme. Me pierdo en ciudades, campos, playas… Me pierdo y busco, quiero llegar a casa pero no encuentro el camino. Y ando y ando, y regreso a lugares donde ya he estado y respiro angustiada. Me digo, si antes tomé por ahí y no llegué, ahora tomaré por el otro lado. Pero nada, otra vez el camino es erróneo; y me voy despojando de cosas, y continúo. El sueño de la moto, sin embargo, es uno de los más hermosos que he tenido nunca. El viaje era por carretera. Yo salía de una ciudad que no me gustaba y quería llegar a Madrid, a mi casa. Como no tenía ni carné, ni gasolina, conducía algo asustada. De repente, un túnel y un policía en la entrada. Pienso: todo se acabó. Pero, como en un impulso, me digo: no. Acelero y paso por delante del agente a toda velocidad, él no me ve. Entro en el túnel sin luz y todo se hace oscuridad. Es terrible. Pero me aliento diciéndome: tú de frente, para delante. Nada tienes que perder. La sensación es de una vulnerabilidad maravillosa. Es el poder en la fragilidad. Veo el final, salgo del túnel y continúo feliz hacia mi casa. Sin embargo, no llego a casa. Me veo en un pueblo de piedra fascinante. Decido explorarlo y paro. La gente es buena y me ofrece agua y los restos de sus aperitivos en los bares. Miro, observo, disfruto como jamás lo he hecho en la realidad. Y decido quedarme allí, al menos esa noche. ¿Por qué correr para llegar? Este lugar me acoge. Por primera vez vivo el presente absoluto. No sé por qué, necesitaba contarles este sueño. Decirles que anoche comprendí que no sólo se sueñan deseos y miedos, sino también revelaciones. Nuestro subconsciente es como el barómetro de nuestro «ser». Y hay rachas en la que nos envía mensajes. Para curarnos de algo, estoy segura.
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