Real Madrid
Marea «tifossi» en la Castellana
Los aficionados del Inter celebraron la victoria. Sus cánticos y vítores inundaron la noche madrileña.
Hubo sonrisas y muchas lágrimas. La victoria del Inter de Milán ayer en el Bernabéu dejó un sabor agridulce en la capital. La alegría desbordada de los aficionados italianos que, tras el partido, salieron en masa a celebrar la victoria por las calles de Madrid, contrastaba con la hinchada del Bayern, que abandonaba el estadio cabizbajos, rumbo al hotel, al aeropuerto o al autobús. No había nada que celebrar.
Eso sí, supieron aceptar la derrota con dignidad al igual que los italianos celebraban su triunfo con respeto y, pese a la gran cantidad de gente congregada, no se registraron altercados importantes, al cierre de esta edición. La pasión de los «tifossi» por la Castellana se mezcló con las lágrimas de los alemanes, que tuvieron que conformarse con la fiesta previa al partido. Una juerga que había durado más de 24 horas. «¿Cómo se dice no queda más cerveza en alemán?»
Paco, un reponedor en la gasolinera de la calle Concha Espina, se reía ayer animando a su compañero a que fuera él quien explicara tal tragedia a los hinchas del Bayern de Múnich. El grupo de chavales, ataviados con los abrigados pantalones de piel típicos de la región de Bavaria («lederhosen») y algo quemados por el sol madrileño, se marcharon con cánticos para su equipo como si no pasara nada. No eran las seis de la tarde y ya habían «volado» las 80 cajas de latas de cerveza que había de refuerzo en el almacén de esta gasolinera.
Unos metros más arriba, en el Fiat Café, haciendo esquina con Serrano, fueron más previsores. Prepararon 40 barriles de 50 litros de cerveza y llevaban vendidos otros 60 de sangría. Cifras de vértigo para un acontecimiento de vértigo. Y es que se calcula que cerca de 90.000 aficionados tomaron ayer la capital. Concha Espina se convirtió ayer en una romería rojiblanca al ser paso obligado, ya que unía la «fan zone» del Bayern con el estadio Santiago Bernabéu.Poco después de las siete de la tarde, cruzaba esta calle al pasar por Príncipe de Vergara el autobús oficial con los jugadores alemanes escoltado por un buen número de patrullas policiales. Los aficionados rompían a gritar y saltar con las bufandas en alto como si del mejor grupo de rock se tratara. En ese momento, un aficionado alemán se acercaba a un operario del servicio de limpieza para preguntarle por donde andaban los «tifossi» (los hinchas más radicales del Inter). «Están lejos, no os preocupéis», contestaba el trabajador. Según fuentes policiales, estos grupos violentos ya estaban dentro del estadio a eso de las 18:30 horas.
Mientras, al otro lado de la Castellana, ocurría más de lo mismo pero en un tono azul y negro. Los hinchas del Inter tomaron Madrid desde la plaza Picasso (su «fan zone») hasta el Bernabéu. Pero si en algo coincidían ayer las dos aficiones era, sin duda, en lo gastronómico. Mucha cerveza y comida rápida. A pesar de la cantidad de alcohol ingerida la tónica general antes y después del encuentro era un ambiente pacífico dentro de la algarabía típica que requería la ocasión. Y con tanto abuso, el estómago y la cabeza se resienten. La farmacia de la plaza Sagrados Corazones ya había despachado por la mañana unas cuantas cajas de pastillas para combatir la resaca y varias cremas con factor de protección solar.
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