Jerusalén

ANÁLISIS / Atentos a la sabiduría por Jorge Juan FERNÁNDEZ SANGRADOR

La Razón
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La primera obra realizada por el apóstol Pedro después de Pentecostés fue la curación de un cojo de nacimiento. Sucedió en la Puerta Hermosa del templo de Jerusalén. El lisiado, que pedía limosna en ese lugar, tendió la mano hacia Pedro y Juan, esperando recibir unas monedas. Pero Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda». Y así fue.
Pedro pronunció entonces un discurso en el que explicó a la multitud que la sanación se había realizado en virtud de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Mas las autoridades, indignadas de que Pedro y Juan hablasen al pueblo sobre ese argumento, los metieron en la cárcel. Pedro conoció de este modo la primera acción hostil contra su apostolado.
Ante la evidencia del milagro y la simpatía cosechada entre la multitud, las autoridades no tuvieron más remedio que devolverles la libertad, prohibiéndoles severamente que enseñasen en nombre de Jesús. A lo que replicaron: «Hemos de obedecer a Dios antes que a vosotros».
Ayer por la tarde, Pedro cruzó el umbral de otra puerta, la de Alcalá, para hablar de Cristo a miles de jóvenes, que han llegado a Madrid colmados de interrogantes. «Es bueno buscar siempre –les ha dicho el papa-. Buscar sobre todo la Verdad, que no es una idea, una ideología o un eslogan, sino una persona: Cristo». Y los ha invitado a que conozcan mejor a Jesús, adquieran familiaridad con la Palabra de Dios, cultiven con esmero todo aquello que los ayude a vivir en plenitud y se planteen seriamente la meta de la santidad. Han de ser, para ello, libres, creativos, protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien y responsables de sus acciones, pues Dios espera encontrar interlocutores fiables, con los que pueda dialogar y a los que pueda amar.
Benedicto XVI les ha dicho, en fin, que el firme fundamento sobre el que han de estar asentados es la persona misma de Cristo, Hijo de Dios y Salvador, que da consistencia al universo. Y es que Pedro no puede dejar de proclamar esta verdad, pues el mismo Jesucristo le ha confiado la misión de anunciarla a todos los pueblos. Así lo hizo, en los comienzos de su ministerio apostólico, junto a la Puerta Hermosa del templo de Jerusalén, y así lo hizo ayer por la tarde, junto a la Puerta de Alcalá de Madrid, ante miles de jóvenes.


Jorge Juan Fernández Sangrador
Director de la BAC para las Comunicaciones Sociales