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A qué espera Europa para ayudar a España

Alemania quiere que Madrid llegue al máximo de su capacidad de reformas y ajustes. El BCE trata de proteger su independencia

La Razón
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BRUSELAS- Desde 2007, cada verano, los mercados se impacientan cuando el mercurio sube. Este verano, la diana es España. Antes fueron Grecia, Irlanda, Portugal… La prima de riesgo se dispara y los tipos de interés alcanzan cifras desesperantes. Europa ha puesto en marcha todo un entramado de normas y complejos procesos para intentar luchar contra el monstruo de la crisis, pero la realidad siempre va más allá y los especuladores siguen impertérritos, sin que la austeridad de los Estados y el dolor de los ciudadanos por las duras reformas, les mueva un ápice de sus apuestas para tumbar igual gobiernos que economías enteras.

En ese contexto, cuando todas las medidas caen en saco roto y los políticos no encuentran ya redes de seguridad, miran impacientes a Bruselas, a la espera de soluciones que no llegan. Pero ¿por qué? ¿A qué espera Europa para salvar a España de la crisis de la deuda? ¿Por qué el Banco Central Europeo, el único con la capacidad de comprar deuda soberana con su máquina ilimitada de hacer dinero, no actúa? ¿Por qué los mecanismos de solidaridad establecidos no se desencadenan para aliviar a España?

En primer lugar, por la oposición de Alemania y de la cúpula de la entidad, tomada por las ideas germanas, a la espera de que Madrid llegue al máximo de su capacidad de reformas y ajustes, puesto que cunde la idea de que la experiencia del año pasado, cuando el BCE desencadenó su programa de compra de deuda, ha demostrado no haber solucionado nada a medio plazo. Además, hay un fuerte convencimiento en Berlín y Fráncfort de que la independencia del BCE debe ser protegida por encima de todo, pues la entidad emisora es la única institución que mantiene hoy su credibilidad en Europa. Su presidente, Mario Draghi, explicaba recientemente que la institución no tiene como función resolver los problemas financieros de los estados e insistía con la letanía de que su función «consiste en asegurar la estabilidad de los precios y contribuir a la estabilidad del sistema financiero con una completa independencia». «La idea de que existe un pacto entre gobiernos y BCE es un malentendido. Nuestro mandato no consiste en resolver los problemas financieros de los países», zanjaba aferrándose a los tratados. Y, de forma purista, Draghi no se equivoca. La estructura europea se asienta sobre unos textos negociados por los propios gobiernos durante las últimas décadas para controlar a sus socios, para no ceder soberanía en exceso y para impedir que las decisiones lleguen a ser impuestas desde Bruselas sin su visto bueno.

Cuando los gobiernos viajan a Bruselas para negociar, intentan proteger en primer lugar sus intereses por encima de los de sus vecinos y el resultado es un mecanismo que, por ejemplo, impide una solicitud formal al BCE y obliga a los estados miembros en apuros a retratarse a la hora de pedir un rescate financiero y a ceder las riendas de su economía.

Por ese motivo, la Comisión Europea recordaba ayer que existen «instrumentos» para ayudar a los países cuya prima de riesgo se dispara, pero para activarlos se requiere una solicitud formal del Estado afectado. Esos mecanismos son el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), flexibilizado en la última cumbre de junio para permitirla la compra de deuda de los países con problemas.

La activación de este mecanismo no implicaría nuevas condiciones de política económica para España, pero las recomendaciones lanzadas por la UE se convertirían en obligaciones con un calendario preciso.

El vicepresidente de la comisión y responsable de Competencia, Joaquín Almunia, apuesta por ese sistema, pues a su juicio España no necesita un rescate completo, aunque sí que el Gobierno siga haciendo «el máximo posible» en materia de ajustes y reformas para «cargarse de razón» a la hora de pedir ayuda a la UE. «La economía española tiene condiciones como para salir adelante con medidas como las incluidas en este memorándum, con medidas que ya se han adoptado y con medidas que habrá que seguir adoptando porque los desafíos que tenemos planteados son muy importantes y no se puede decir: ya he acabado mi tarea», plantea Almunia.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, confía en la capacidad de Madrid para devolver la ayuda para la banca y regresar «rápido» al crecimiento económico, porque «de ninguna manera» España será la nueva Grecia, destacó.