Valencia
Oportunidad perdida por José Clemente
Apenas una semana ha durado la alegría de la izquierda en la casa del pobre centro-derecha aragonés que, contra todo pronóstico, se sumaba a esa iniciativa de los comunistas aprobada por unanimidad en las Cortes de Aragón en la que se rechazaba un futuro trasvase del Ebro, independientemente de los caudales medios que arrastre en el tramo final de su largo recorrido.
El día que esa aberrante iniciativa vio la luz con todo tipo de boato en las Cortes aragonesas emplazábamos al ministro del ramo, Miguel Arias Cañete, a poner orden entre los suyos, porque quien verdaderamente validaba semejante propuesta no eran las fuerzas izquierdistas, que siempre se han opuesto al trasvase del Ebro, sino el propio PP que dirige Luisa Fernanda Rudi, en su doble condición de presidenta del partido y de la Diputación General de Aragón. Y sorprende aún más que toda una presidenta del PP, con rango interno de «baronesa», se sumara a una iniciativa en la que se faltaba a la verdad desde la primera a la última línea, pues aún siendo cierto que estamos todos padeciendo los efectos de un año rigurosamente seco, no lo es tanto que los caudales medios del río se fueran a ver alterados por una hipotética tubería o canalización desde la zona de Xerta, población a orillas del Ebro muy cercana a Tortosa. Patada al culo de Cañete con la pierna de Luisa Fernanda Rudi, pues con su aprobación y, para mayor cachondeo, por unanimidad, los planes del Gobierno Rajoy de llevar agua de donde sobra a donde falta quedaban en papel mojado.
Pero la alegría iba a durar apenas una semana, como decía al comienzo de esta Cresta del Gallo, pues las torrenciales lluvias caídas en Aragón, Cataluña y Comunidad Valenciana con las correspondientes inundaciones y cuantiosos daños a la agricultura y las infraestructuras dejaban al descubierto que la presidenta aragonesa y, por extensión el PP de esa comunidad, se habían equivocado de manera preocupante. Una oportunidad perdida.
Para empezar no hay nadie en la Región de Murcia o Valencia que esté de acuerdo con extraer agua del Ebro si la cuenca es deficitaria, y, menos, en épocas de sequía como la que atravesamos. Por tanto, sacar adelante la propuesta de los comunistas aragoneses fue una auténtica «boutade», pues Rudi sabe, como también lo sabe la izquierda en su conjunto, incluida la Plataforma en Defensa de l'Ebre, que del río no se sacaría ni una gota en esos años extremos de falta de agua. Otra cosa bien distinta es que ese agua, como bien común, es de todos los españoles, los del norte y los del sur, sin distinción ni excepciones propias de un debate tabernario, que es a lo que más se pareció el hemiciclo «maño» el día de tan infausta votación.
Ahora esos mismos que votaron contra el trasvase piden al resto de españoles que se solidaricen con ellos y les ayuden a paliar los casi treinta millones que se llevó el agua por delante. Y, por supuesto que les debemos ayudar, pero todos en aquellas hermanas tierras deben aprender que sus males se repetirán si no ponen medidas en marcha, y una de ellas es el trasvase, pues el agua sobrante de la lluvia habría llegado, con el canal construido, hasta la Ciudad del Cabo, se habría almacenado en pantanos y tendríamos recursos sin necesidad de tocar una sola gota del Ebro. Pero hay quien prefiere las inundaciones a las soluciones.
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