BCE
CÓMO SALIR DE ESTA SITUACIÓN
Hace más de cuatro años que España vive una depresión económica de una dimensión desconocida. La causa principal es bien sabida: una sucesión de malas políticas decididas por el anterior gobierno socialista, pero también hay otras, como la incapacidad de la Unión Europea para abordar rápida y eficazmente la crisis de deuda soberana y corporativa. Ante esta tragedia, ¿qué hacer? ¿hay soluciones? Las hay, ninguna es mágica, pero exigen una férrea voluntad política para llevarlas adelante. Lo fundamental ahora es salvar al país. Las recetas son sencillas y no exigen imposibles, ahí van:
1. Decir la verdad sobre la situación. España será creíble sólo en la medida en que el mercado confíe en que lo que se dice es la realidad. El caso Bankia ha sido enormemente dañino para España. Hasta que estalló, más o menos íbamos capeando la tempestad. Tras conocerse la verdad, el mazazo ha sido de dimensiones bíblicas. Recuerden: no es posible engañar a los mercados.
2. Una de las consecuencias de decir la verdad, es que los activos de los bancos deben responder a su valor real y no a valores ficticios. Los valores reales son los que marca el mercado y no los que fijan los banqueros.
3. Acabar con el mito de que los bancos no pueden quebrar. Los bancos, como cualquier otra empresa, pueden quebrar. El Estado, es decir, el contribuyente, no tiene obligación alguna de salvar a los accionistas de las instituciones financieras, pero sí tiene la obligación de garantizar los derechos de los depositantes, quienes, de buena fe, confiaron el fruto de su esfuerzo a entidades cuya buena administración debería haber sido objeto de un control férreo por parte de la autoridad monetaria, lo que es evidente que no ha sucedido.
4. A partir de ahora, el Banco de España no puede ceder ni un milímetro en su labor de control y supervisión de los bancos. Tiene que ser implacable y no prestarse a componendas.
5. Continuar con la reducción del déficit público. La política del Presidente Rajoy es la correcta en este punto. No es posible vivir eternamente a crédito, como cree la izquierda española. Llevados al extremo, también los Estados quiebran.
6. Es necesario achicar la estructura del Estado. España no es lo suficientemente rica para mantener cuatro niveles político-administrativos: municipal, provincial, autonómico y nacional. Hay estructuras, funcionarios y lamentablemente, gasto, dedicados a gestionar la misma cosa desde cuatro niveles distintos. La Unión Europea nos dice a diario que es menester acabar con esa disfunción.
7. Olvidemos a los profetas que diariamente nos dictan lo que tenemos que hacer. El mayor de ellos es Paul Krugman, pero hay otros. Especialmente perjudicial es George Soros, quien además ni siquiera es original. Trabajan para ellos o defienden otros intereses que no son los nuestros.
8. El Banco Central Europeo debería prestar financiación a los países que lo necesiten. No una financiación ilimitada, pero sí una que evite la quiebra de los Estados como consecuencia de unos intereses de la deuda elevadísimos, como es el caso de España hoy. El miedo de Alemania a la inflación es absurdo. No puede haber inflación, puesto que la inmensa mayoría de la financiación disponible se destinará a pagar deudas y a tapar agujeros. Al desapalancamiento, como dicen los cursis. Y si una parte de los fondos procedentes del BCE se va al consumo, bendito sea Dios. Es lo que demandan desesperadamente millones de pequeñas empresas.
9. Si es preciso cambiar el estatuto del BCE para que preste directamente a los Estados, se cambia. ¿O es que tal vez Alemania prefiere una explosión de la Unión Monetaria a un hipotético y remoto peligro inflacionario? Creo firmemente que hay otros socios europeos dispuestos a acompañarnos en este camino.
10. Es imprescindible acabar con la tiranía impuesta por Standard&Poor's, Moody's y Fitch. El daño que nos han causado es inmenso. Ellas trabajan al servicio de otros amos y sus intereses no coinciden con los nuestros. El Ministro Luis de Guindos tiene toda la razón cuando dice que España es un país solvente, pero esas agencias se encargan de transmitirle diariamente a los mercados lo contrario. El Banco Central Europeo, cuyo prestigio y seriedad están fuera de toda duda, podría perfectamente efectuar el trabajo de calificación de la deuda soberana emitida por los Estados de la Unión Monetaria. Previo pago, claro está, pero es que también estamos pagando diariamente a las agencias citadas para que día sí y otro también, nos apaleen a placer.
11. La Unión Europea se ha revelado, si no incapaz, sí muy limitada a la hora de actuar para evitar lo malo y lo peor. Sus estructuras necesitan una profundísima reforma, para reducirlas, simplificarlas y así facilitar el proceso de toma de decisiones. Las carencias del tinglado burocrático creado por el Tratado de Lisboa son evidentes, hay muchas voces y ninguna decisiva.
12. Tenemos que lograr el compromiso firme de los Estados Unidos para cooperar con la Unión Europea en la salida de este túnel. Necesitamos más que buenas palabras y si somos aliados, lo somos para todo, en la OTAN, en Afghanistán y en la crisis.
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