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«PNV y CiU son caras de una misma moneda: la de la ruptura de España»

El presidente del PP vasco y candidato a la Lendakaritza, Antonio Basagoiti, protagonizó ayer los desayunos autonómicos de LA RAZÓN y alertó de que el PNV y Bildu van hacia la independencia y se mostró como garante para que el País Vasco siga siendo España. 

Basagoiti, con el director de LA RAZÓN, Francisco Marhuenda, a su llegada al periódico
Basagoiti, con el director de LA RAZÓN, Francisco Marhuenda, a su llegada al periódicolarazon

«Es para mí un placer, y un honor, poder transmitirles desde esta prestigiosa tribuna mis planteamientos sobre la situación política del País Vasco.

Como bien saben, estamos en plena campaña electoral de las autonómicas vascas. Una campaña que, lo he dicho en varias ocasiones, empezó a andar el día 11 de septiembre en las calles de Barcelona, al grito de independencia y autodeterminación. Porque es imposible volver la cara y no darse cuenta de que la nueva brecha abierta por el nacionalismo gobernante en Cataluña afecta, y mucho, a una sociedad como la vasca, que durante más de 30 años ha recibido la siembra y el cultivo de la separación.

Los vascos vamos a ir a las urnas el 21 de octubre condicionados por el camino de la ruptura escogido por el Gobierno catalán para escurrir el bulto de su propia responsabilidad y para intentar avanzar hacia su quimera. Porque la sociedad vasca sabe que, más allá de la cita con las urnas, el PNV tiene marcado el mismo camino para el País Vasco, el mismo destino que para esa parte de España. Y por mucho que su candidato se esfuerce en presentar su cara más amable. Urkullu y el PNV simplemente administran el tiempo. El llamado nacionalismo moderado vasco y catalán son caras de una misma moneda. La moneda de la identidad decimonónica, de las tierras y de la separación. Son compañeros de viaje. Comparten estrategia y objetivos a partir de la confrontación y de la ruptura con España que ellos llaman Madrid. Se miran en el mismo espejo uno y otro. El PNV no puede ahora alimentar su discurso como querría y como lo hace CiU en Cataluña por puro interés electoral. Creen que no toca arriesgarse a perder el centro político hablando de independencia ni de autodeterminación. Creen que no toca exponerse a ese riesgo, que no toca recordar a Ibarretxe ni la extraordinaria simetría que tienen los pasos de su Plan con lo que hace ahora Artur Mas.

Pero los vascos sabemos que la amnesia de Urkullu es partidista y estratégica. Caducará la noche del 21 de octubre, cerradas las urnas. Y hasta entonces, el PNV seguirá encomendado a un disfraz político que le permita salvaguardar sus intereses electorales y tener las manos libres más allá de la cita electoral. Pero cualquiera que siga de cerca la política vasca sabe que el señor Urkullu, si puede, escogerá el mismo camino que Mas ha elegido en Cataluña. Siempre que tenga una mayoría en el Parlamento autónomo que se lo permita. Y esa decisión es la que está en nuestras manos en estas elecciones.

Por eso es tan importante la cita con las urnas del próximo 21 de octubre. Porque de producirse un relevante desequilibrio nacionalista, impondrán la vía catalana, y nos devolverán a los vascos a la época de Ibarretxe. Porque la coincidencia de intereses entre el PNV y CiU para ir a la contra de la España común y compartida es una obviedad. Pero esa pretensión nacionalista, que vive de la agitación social, que es tan tenaz y hace tanto ruido, no tiene por qué ser un destino obligado al que haya que resignarse. Existe una mayoría silenciosa de vascos que se sienten también españoles, un 60 por ciento según el último Euskobarómetro. Una mayoría que apuesta más por sumar, por vivir con tranquilidad y por seguir estando en la UE. Por eso la solución a la deriva nacionalista está en la movilización de esa mayoría de diverso origen y condición que no comulga con la separación y las fronteras. Desde el PP me estoy dedicando a tender la mano a todos los ciudadanos que quieren seguir siendo España y formando parte de la Unión Europea. Somos más los que apostamos por la estabilidad y la normalidad, y para que esa realidad se refuerce hay que ejercer el derecho al voto en la dirección correcta el próximo 21 de octubre.

El País Vasco se juega mucho en estas elecciones. El próximo 21 de octubre se decide bastante más que el nombre de un lendakari, y si un partido tiene cuatro escaños más o menos de los que decían las encuestas, que además, siempre dan al PP a la baja en las previsiones porque no hay una plena libertad en las pronósticos.
El País Vasco se juega más que el nombre de un lendakari. En estas elecciones se decide el futuro con mayúsculas. Se decide dónde va a estar el País Vasco en los próximos años, una decisión que afecta también al conjunto de España. Tengo claro el camino que quiero para la sociedad vasca. Y lo puedo decir con total claridad. Apuesto por que los vascos seamos cada vez más importantes en la España común y desde ahí, ganar espacio y prestigio en Europa.

Cuando es algo importante lo que está en juego no pueden ser otras las cuestiones que eviten la movilización. Es mucho más importante que en el País Vasco se pueda frenar al nacionalismo que alguna actuación o medida gubernamental que no haya gustado. Es mucho más importante la unidad de España que la dispersión del voto. Y como decía, que se tenga muy claro que la ruptura no es un fin al que estemos predestinados obligatoriamente. Que en el resto de España tampoco se caiga en el fatalismo o en el hartazgo del que se alimentan los separatistas. El independentismo no podrá dar pasos si la mayoría de vascos que no creemos en viejas peleas mostramos nuestra opinión.

Y lo que tenemos que hacer es estimular a los miles de vascos que no son independentistas pero que no suelen acudir a las urnas o en ocasiones se cobijan en siglas que realmente tienen otros objetivos. Se ha demostrado que el País Vasco se puede dirigir sin parámetros nacionalistas sin que ocurra ningún cataclismo. Hoy, el Partido Popular está al frente de Vitoria y de la Diputación Foral de Álava y no pasa nada, sino que va bien, y después del 2009 hubo un gobierno socialista en Ajuria Enea por decisión del PP. Ese ejecutivo de López hizo algunas cosas razonables en su primera época y otras nada razonables en la segunda, lo que le ha llevado a desaprovechar la oportunidad del cambio que le brindamos. El PSE ha terminado por defraudar a los votantes que hace 4 años le respaldaron para el cambio. El PSE ha terminado la legislatura confundiendo la poca altura de miras de Ferraz con lo que debía ser la actuación del primer Gobierno no nacionalista de la historia. Por paradójico que resulte después de casi cuatro años en el Gobierno vasco, hoy el PSE es un partido descolocado, que no tiene respuestas, que no tiene una posición definida en cuestiones fundamentales, sin perfil propio y que proyecta enormes dudas entre sus propios, además de decepción.

Los dirigentes socialistas hoy en Cataluña o en el País Vasco están en la nada. No dan un paso para ningún lado, no son una cosa ni la otra. No sabemos si aprueban la consulta impulsada por las fuerzas nacionalistas, si apoyan o rechazan la independencia, el federalismo o la España constitucional. No se sabe dónde están y no se les espera. Tengo la impresión de que los que mandan en el socialismo están resignados, anticuados y descolocados en su idea de España. Quizás han confundido demasiado tiempo lo progresista con lo nacionalista, o quizás no han aprendido en sus cuadros dirigentes que no funciona el establecer los marcos políticos en función de los apetitos independentistas, porque son por principio insaciables.

Los dirigentes socialistas se han resignado pero nosotros no nos resignamos. Estoy dispuesto a abrir el camino de un País Vasco diferente, moderno y que cuente con todos. Esa alternativa sigue viva en la sociedad vasca y yo estoy dispuesto a representarla y a defenderla. Porque de la resignación se beneficia el PNV, se beneficia el proyecto de ruptura y enfrentamiento que nos quieren imponer. Porque sé además que la pretensión nacionalista de independencia, en estos momentos de angustia económica, supone un lastre que perjudica seriamente el desarrollo del País Vasco. Porque sé que al riesgo económico, el nacionalismo quiere sumarle riesgo político, añadirle sospechas sobre lo vasco y aranceles a nuestra industria. Porque sé que el progreso de los vascos pasa por saber respetar la diversidad y la pluralidad que representamos. El PP es la única alternativa para los ciudadanos vascos que no se quieren resignar. Es la única alternativa para los miles de vascos que siguen viendo en la independencia un camino seguro hacia la ruina. También en las pensiones, porque el País Vasco es deficitario en este último año en 980 millones en sus pensiones. En los últimos cinco años, hemos sido deficitarios en 2.600 millones y las pensiones vascas han sido abonadas con el esfuerzo del resto de los españoles. El PP es hoy la única alternativa para todos aquellos que hoy no creen en la quimera nacionalista y en la uniformidad.

 Por eso, representamos la única alternativa capaz de equilibrar la balanza política los próximos años. Fuimos decisivos hace cuatro años, y estoy seguro de que podremos volver a hacer de contrapeso de la independencia más allá del 21 de octubre. Somos la única referencia capaz de sumar a todos aquellos que siguen creyendo en un País Vasco plural en una España de todos.

PNV y Bildu van hacia la independencia. El Partido Socialista ni está ni se le espera. El PP es el único referente que representa un proyecto diferente al de la ruptura y que tiene claro que el camino para el progreso pasa por seguir siendo importantes en España y miembros de la UE. Y las opciones que están sobre la mesa son dos. Esto es lo importante y nadie se debe confundir: o el proyecto de independencia en el que está pensando el PNV, y que ya tiene plazos coordinados con el señor Mas en Cataluña; o el proyecto que defiende el PP, que apuesta por un País Vasco líder en el conjunto de España, y dentro de la UE. La prima de riesgo del proceso de independencia de Urkullu ; o la tranquilidad y la seguridad por la que apuesta el Partido Popular. Y no es lo mismo coger una dirección que otra. Esas direcciones recorren caminos absolutamente opuestos y nos llevan a destinos muy distintos.
Las opciones están muy claras a estas alturas. O la ruptura con el resto de España en la que están el PNV y CiU; o garantizar el equilibrio y la tranquilidad que permita también que las empresas vascas puedan vender en todas partes y crear empleo. Eso es lo que se está decidiendo en estas elecciones.

El marco político del País Vasco, la Constitución y el Estatuto. O la vuelta a la división entre vascos y la guerra con el mundo que ensucia a la industria vasca; o un marco de tranquilidad que nos permita dedicarnos a lo importante, a ayudar a que las empresas de Guipúzcoa, Álava o Vizcaya para que puedan dar trabajo.

La posición mía es clara porque siempre me gusta hablar claro, en LA RAZÓN, en la ETB o donde se me llame. El Partido Popular defiende la españolidad del País Vasco y la vasquidad de España. Defendemos lo local y lo general con vocación, honestidad y trabajo. Estamos por encima del discurso nacionalista que se empeña en mirar sólo hacia dentro y superamos su visión estrecha de las cosas abriendo nuestra sociedad a una nueva realidad abierta y globalizada. No podemos gastar nuestras energías en sueños caducos y pasados. La política está para resolver problemas, no para crear otros nuevos. Queremos construir un proyecto de futuro compartido. El progreso de nuestra economía ha sido posible gracias al compromiso ejemplar de miles de emprendedores y empresarios vascos. Y también gracias a la estabilidad garantizada por el Estatuto de Guernica y por la Constitución.

¿A quién beneficia cuestionar estos marcos de convivencia? No podemos ni queremos vivir aislados. De ahí, que defendamos que la sociedad vasca participe de forma activa en el conjunto de España. No es entendible la historia de España sin el País Vasco, como tampoco lo es la historia del País Vasco sin España. Aislarse es condenarse al fracaso, cerrarle puertas a nuestra economía. El Partido Popular quiere sumar con todos aquellos que saben que el futuro pasa por estar unidos. No queremos ser pequeños cuando tenemos capacidad y potencial para ser grandes. No podemos mirar al futuro con una visión anclada en el pasado.

El nacionalismo vasco y catalán tienen intereses y obsesiones políticos pero no tienen una sola respuesta para los retos de futuro que tienen por delante el País Vasco y Cataluña. La independencia conduce a un camino de aislamiento y empobrecimiento continuo que se llevaría por delante el futuro de varias generaciones. Y España tiene que responder como nación. Quiero subrayarlo hoy aquí. España tiene que responder como nación. Lo importante es que todos, en el País Vasco y en Cataluña por supuesto, pero también en el conjunto de España, seamos conscientes del momento político al que nos enfrentamos. Que nos preparemos para un escenario en el que los nacionalismos pretenden utilizar su posición política para agrandar el camino de la ruptura y la secesión. Para hacer palanca con la crisis económica y agrandar la separación.

La solución y la salida a la deriva nacionalista tiene que ser doble. Por un lado, con la movilización de esa mayoría silenciosa y diversa que desde Cataluña, y sobre todo desde el País Vasco, se manifieste votando su voluntad de unidad. Y por otro, desde el conjunto de España con un espíritu de unidad e implicación. En ese contexto tenemos que trabajar de manera conjunta, unidos, para articular una respuesta que garantice nuestra Constitución y nuestros marcos políticos en los que se asienta la convivencia entre españoles y la estabilidad institucional. No hagamos de la reclamación nacionalista de independencia una cuestión de vascos y catalanes. No cometamos ese error que sólo beneficia a los independentistas.

Los planes de independencia que el nacionalismo trata de imponer primero en Cataluña y después en el País Vasco afectan al todo. Son un problema también para la propia España, para el conjunto de los españoles, porque comprometen nuestra imagen, porque afectan a la estabilidad del país y al prestigio de las propias instituciones democráticas.

Las convocatorias electorales vasca y catalana tienen una trascendencia histórica que no puede pasar por alto el conjunto de España. Porque lo que está en juego en estas elecciones es un proyecto común que ha costado mucho construir y es la única garantía de libertades y prosperidad. Pido implicación y colaboración a todo el mundo para ganar a la sinrazón.

El nacionalismo tiene un problema de encaje en el mundo globalizado en el que nos movemos hoy. El mundo ha cambiado por completo y es necesario superar esquemas viejos y concepciones anticuadas. Es falso que el objetivo del nacionalismo sea mejorar la eficacia del sistema. El nacionalismo siempre ha buscado territorios a base de cribar identidades. El objetivo último del nacionalismo no son las personas, son las tierras.

El País Vasco se merece algo distinto a lo que está ofreciendo el nacionalismo del PNV. Nos merecemos vivir sin enemigos ni discriminaciones. Nos merecemos mejor suerte. No puede ser que sin estar repuestos del acoso terrorista de tantos años de anormalidad democrática, nos veamos envueltos en un enredo interesado de agravios y victimismo que vuelve a complicar nuestras posibilidades reales de convivencia, progreso y desarrollo.

Lo que hay que hacer ahora es consumar la derrota de ETA alcanzando la disolución incondicional de la banda. Situar a las víctimas del terrorismo como los únicos héroes del País Vasco. Y fortalecer la Euskadi estatutaria y la España constitucional que ETA pretendió destruir asesinando a 858 personas.

Y aquí, delante de Ángeles Pedraza, quiero decir que una de las dos primeras medidas que adoptaría en primer lugar si fuera lendakari sería atender a las víctimas del terrorismo en Ajuri Enea con ella a la cabeza para poner a las personas en su sitio. Los héroes del País Vasco no son otros que las víctimas del terrorismo.

La democracia nos debe a los vascos que luchamos por la libertad la oportunidad que el terrorismo nos ha quitado durante tantos años. La visión endogámica y vieja de la sociedad que está detrás de los impulsos del nacionalismo no tiene ningún derecho a arrebatarnos la tranquilidad y la convivencia que nos hemos ganado a pulso. Ser vasco no es ser nacionalista, y lo que necesitamos mayoritariamente los vascos es sentirnos vascos, poder sentirnos personas. El País Vasco no está predeterminado a dar la razón a quien nunca la ha tenido, y menos a tiros. Una respuesta unitaria de la sociedad española, una reacción clara del Gobierno de España como lo está demostrando el propio presidente Rajoy en las últimas semanas y, sobre todo, una movilización de esa mayoría social que no quiere separaciones, situará a Álava, Vizcaya y Guipúzcoa en la vanguardia de la recuperación económica y tirará del resto de España.

Si somos capaces de impulsar la movilización del País Vasco y contar con la colaboración de todos los que creen en un proyecto de una España común y compartida, el nacionalismo volverá a tropezar en la misma piedra en la que lleva tropezando más de un siglo. En la piedra de la razón y la lógica ciudadana. Y lo hará porque sigue habiendo una mayoría que cree y que quiere que el País Vasco sea algo distinto a lo que pretende el nacionalismo.

Ya hemos transitado por el alambre del Partido Nacionalista Vasco muchos años. Sabemos el vértigo que produce. Necesitamos consolidar un camino distinto, diferente, un camino que nos aparte de la incertidumbre y la desconfianza que generan los proyectos de división y ruptura. Hay que reafirmar la posición del País Vasco como un referente en toda España y dentro de Europa. Se puede y se debe. Y me voy a matar por ello.»