Barajas

Los nuevos «empleos» de Barajas

La crisis ha agudizado el ingenio de ciudadanos sin trabajo que han decidido "buscarse la vida"en Barajas, donde han "reinventado"varios empleos como "gorrillas", vendedores de bolsas para aliviar los excesos de equipaje o que han apostado por el alquiler de sus ordenadores portátiles.

La mayoría de estos "nuevos empleos"han florecido en las antiguas terminales de Barajas 1, 2 y 3.

Pendientes de los vuelos transoceánicos y especialmente de los viajeros que "puedan volar en primera"están los "gorrillas", que aguardan en los viales del exterior de la zona de facturación de la T1 con carritos la llegada de pasajeros.

Sus principales clientes son los viajeros con muchos bultos. Se los descargan del maletero del coche y se los llevan hasta los mostradores de facturación, a cambio de una propina.

Uno de estos "gorrillas"es Patrick, que asegura ser de Costa de Marfil y desempeñar esta labor desde hace tres meses, amenizando, además, a los pasajeros con sus cantos de "blues, soul y lo que se tercie".

Patrick dice que lleva más de veinte años en España, donde ha trabajado en distintos empleos, como monitor de gimnasio o vigilante de seguridad.

Ante el descenso de las oportunidades laborales, hace unos cuatro años decidió regresar a su país para ocuparse del picadero que dice regentar, pero tuvo que regresar a Madrid para "renovar la residencia".

Un trámite, que, según el, se alarga más de lo que esperaba, por lo que ha decidido "ganar algún dinero mientras tanto".

Asegura que la idea de acompañar y llevar las maletas de los viajeros se le ocurrió al despedir a un amigo a Barajas hace unos meses, y desde entonces se ha convertido en su empleo diario.

"Me llevo bien con todos los del aeropuerto y me dicen a que hora son los vuelos con más pasaje", comenta, mientras detalla que suele empezar su tarea al mediodía y terminarla a media tarde.

No es el único que desempeña esta misión, pero no le preocupa la "competencia", porque asegura que se lleva bien con sus compañeros, "ya que cada uno tiene sus maneras de trabajar y no nos molestamos".

Sin duda, la suya es distinta a la de lo demás y por eso se ha ganado el apodo del cantante entre los trabajadores de Barajas, que saben perfectamente cuando está Patrick en el aeropuerto "porque se le oye desde todos los rincones".

Dice que nunca ha estudiado canto y se define como "aficionado"en el seno de una familia de músicos.

De una manera más silenciosa se ganaba el pasado verano "algún dinero"un joven que ubicó "su oficina"junto a una de las terminales de internet del aeropuerto, que, según explicó, "casi nunca funciona".

Por eso alquilaba por tiempo su ordenador portátil a los pasajeros ansiosos por conocer los secretos de sus correos electrónicos o que deseaban realizar alguna gestión.

Además, la cada vez más restrictiva política de facturación de equipajes de las compañías, hizo aparecer hace unos meses a los vendedores de bolsas para aliviar los sobrepesos.

"Antes no había estos problemas, ya que las compañías aéreas eran más permisivas con los equipajes, pero desde que comenzaron a limitar los pesos y los volúmenes han creado muchos problemas a los viajeros", explicaba a Efe un trabajador de Barajas.

Fue entonces cuando aparecieron los vendedores de las bolsas plegables, "de las tiendas chinas", según detalla este empleado, que manifestó que suelen ofrecerse a unos cinco euros y permiten la redistribución de los equipajes para conseguir bultos menos voluminosos o pesados.