
Egipto
Frederick Forsyth psicoanaliza a los capos del narcotráfico en «Cobra»
El autor británico Frederick Forsyth ha presentado este martes su última novela, el thriller 'Cobra', en la que traza con su habitual precisión todo un mapa interactivo del narcotráfico, pasando de los grandes capos colombianos, siniestros y fríos, a los camellos de poca monta.

Frederick Forsyth es conservador. Lo dice. El veterano chacal del «thriller» no tiene complejos. «¿El fin justifica los medios? –se pregunta–. Vivimos en una era obsesionada por la moralidad. Nuestros ancestros, en cambio, no. La mayor parte de los gobiernos se preguntan cómo erradicar la droga entre los jóvenes. Pero sólo están dispuestos a un punto de crueldad determinada, cuando, en cambio, la Policía quiere ir más allá». El escritor publica «Cobra» (Plaza & Janés). Una novela violenta donde el protagonista recurre a toda clase de métodos para acabar con los cárteles de la droga.
Derechos humanos
«La cocaína es el mercado más rentable. Más que el de armas. Con las sumas que ganan, los traficantes compran jueces, funcionarios, políticos, aduaneros y policías. Me temo que la balanza se inclina al lado contrario de la fuerza de la ley y el orden», afirma. Para él es una cuestión clara: «Junto al terrorismo es el problema de mayor envergadura y ninguno de los dos podrán resolverse a corto plazo».
La pregunta, entonces, es qué hacer y en qué lugar quedan los derechos humanos, uno de los más grandes y mejores progresos de Occidente, si se cae en una guerra sucia. «Lo que ocurre con los derechos humanos es que hay que equilibrarlos con el perjuicio que causan los delincuentes. En Europa estamos demasiado preocupados con los derechos civiles. Pero estos derechos van a perder en este nuevo equilibrio. Se ha ido demasiado lejos en dicho aspecto porque están subordinados a los derechos de los delincuentes. Si a un violador lo dejas libre, sus derechos civiles han triunfado, pero ¿qué ocurre con los de la niña que va a violar?».
Forsyth ha retratado a Obama en esta novela, aunque no menciona su nombre. «Llegó al poder impulsado por una campaña de la emoción. Parte de esa oleada es la que rechazaba a Bush. Es un político oportunista de Chicago, que es la ciudad de Al Capone. A Obama le va a suceder lo que a todos los políticos al llegar al poder: va a chocar con la realidad. Se ha dado cuenta de que sus ideas no pueden llevarse a cabo. Los problemas jamás se resuelven con palabras». El novelista también tiene una opinión propia de lo que sucede en Egipto y Túnez: «Ya pasó antes cuando se desmoronó el comunismo. Los militares son los que se han deshecho de Mubarak. Eran quienes le sostenían. Lo bueno es que no consentirán que los Hermanos Musulmanes lleguen al poder. Al fina se ha sustituido una dictadura por otra».
Patriotismo
Cobra, el protagonista del libro, cree en Dios, pero eso no le impide defender la violencia. Para el escritor no es una contradicción. «En EEUU hay mucha gente así. Dios y América. Para ellos la palabra "patriotismo"no es un "bluff". La bandera está en muchas casas. Se puede ver con facilidad. En Europa, en cambio, casi se siente vergüenza cuando se menciona esa palabra. Los españoles, por ejemplo, la única vez que les oigo cantar su himno y corear el nombre de su país es cuando gana su selección de fútbol».
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