«Franco es un idiota»

En el terreno de la no ficción sobresale un libro que por su contenido levantará expectación. Se trata de «Mussolini secreto: los diarios de Claretta Petacci.1932-1938», que publicará Crítica el 14 de octubre (el sello también lanzará «La educación del talento», de José Antonio Marina). La edición de los diarios de Petacci está a cargo de Mauro Suttora. En este volumen, en la entrada del día 22 de diciembre –que se reproduce en su totalidad en el recuadro de abajo–, se refleja lo que Mussolini pensaba del dictador español. La frase es breve, pero contundente: «Franco es un idiota». No es el único piropo que le lanza, y tampoco quedan bien parados los españoles, contra los que arremete: «Son indolentes, perezosos». Ahí queda. Un libro que también promete lo suyo es «La España de los otros españoles», de Carles Bonet Revés (Planeta). O la visión que tienen los catalanes de España. Un repaso a través del examen de una serie de personajes como Fernando de Aragón, Antonio de Capmany, Joan Prim, Francisco Pi y Margall o Josep Tarradellas. En este plano hay que mencionar asimismo que se recupera «Mi pueblo», de García Lorca (Barril & Barral), la única prosa autobiográfica del escritor (del que se va a sacar este año la edición definitiva de «Poeta en Nueva York», que utiliza los manuscritos subastados hace unos años). Pero si hay una biografía que promete por la rareza y el éxito del personaje es «J. D. Salinger. Una vida oculta», de Kenneth Slawenski (Galaxia Gutenberg). El capítulo de la polémica se extiende en este sello con la publicación de otra biografía que, en cuanto salió, levantó una buena polvareda. Es «Kapuscinski sin ficción», de Artur Domoslawski, uno de los discípulos del corresponsal polaco. Las afirmaciones y revelaciones del libro provocaron toda clase de reacciones cuando llegó a su país. En este apartado sobresalen además «Raymond Carr», también en Galaxia Gutenberg. Mª Jesús González escribe la biografía del historiador, uno de los más importantes del siglo XX. Carr rompió la rígida línea que separaba los estamentos británicos y se codeó con ministros, bohemios, espías, militares del franquismo y magnates de la Guerra Fría.


Y los españoles, «indolentes, perezosos»
«22 de diciembre: Mussolini tiene que recibir a dos mujeres. Le dice a Claretta que acuda al palacio Venezia y se esconda en la salita donde esperan a ser recibidas. Con la intención de que vea que son "feas"y que no tiene motivos para estar celosa. Las ve y, en efecto, son feas.

Luego entro yo. Se me acerca sonriendo con paso de danza y un aire alegre y burlón. Me dice: "Espero que no estés celosa de esas mujeres. ¿Las has visto? ¿Estás celosa? Has vencido, amor, en toda la línea. Ahora eres la única". Me abraza para superar la emoción y ríe: "Querida pequeña, digo que soy infeliz porque es romántico ser infelices, es hermoso". Luego vuelve a ser él mismo y dice: "Este Franco es un idiota. Le han pegado un buen palo en Turnel. Lógico.

Se cree que ha ganado la guerra porque obtiene una victoria diplomática, es reconocido. Pero es ridículo, porque tiene al enemigo en casa. Dos o tres golpes más del otro bando y si cambia la suerte también cambiará el reconocimiento. Hace cuatro meses que podía haber ganado la guerra. Si los españoles fuesen la mitad de agresivos que los japoneses, a estas horas ya se habría acabado todo. Pero son indolentes, perezosos, tienen muchos rasgos de los árabes. Hasta 1480 en España dominaron los árabes, ocho siglos de dominación musulmana. Por esto los españoles tienen esta naturaleza, comen y duermen mucho.

Nuestro pueblo es el mejor del mundo. No come más que lo necesario, bebe poco y trabaja. Somos pobres, es cierto, en total debemos tener cinco o seis millonarios. Pero somos prudentes, sobrios y valientes"».