Sevilla

«La única vía es jugárnosla sin saber si tendremos que pagar por actuar»

La Razón
La RazónLa Razón

Sevilla- En 2003 inició su carrera artística, tras formarse en el Centro de Artes Escénicas. «Consciente de lo complicado de hacerme poco a poco un hueco», en 2006, Cristina Almazán formó su propia compañía junto a Patricia Díaz e Isa Ramírez. Nació «Sin Ánimo de Pulcro» y, con ella, «Sinónima y Antónima, un delirio de cabaret», con «nuestra propia inversión y la confianza de un equipo que apostó por nosotras sin ver un euro». «Con ‘Sinónima y Antónima' hemos hecho más de 60 funciones y seguimos subiendo a los escenarios este cabaret alocado», explicó. A la vez, trabajaba con otras compañías «haciendo giras con varios espectáculos». En 2010, Sin Ánimo de Pulcro apuesta por una comedia musical para «pasar a un formato mayor en el que entraran en juego otros intérpretes y mayor complejidad técnica y escenográfica». Nació «Amores rodados», con fondos propios y una ayuda de la Junta. «La crisis ya hacía estragos». Del caché se pasa a cobrar según taquilla «y se paga un mínimo fijo para cubrir gastos de seguros sociales y dietas». «Nos vimos con un espectáculo nuevo que difícilmente podríamos llevar a teatros que no estuvieran en la capital». Con todo, «Amores rodados» ha cubierto 35 funciones, el 90% en salas de Sevilla y «a taquilla exclusivamente». En 2011, la crisis era «tan agobiante» que la única vía era buscar trabajo fuera del sector cultural «para poder salir adelante». En la actualidad, Sin Ánimo de Pulcro «se limita a hacer alguna función de ‘Sinónima y Antónima' (el día 23 actúan en la Sala Fanatic, en el Polígono Navisa), la obra más factible de mover». El panorama, dice la actriz y empresaria, es «desolador». La subida del IVA –que crea la sensación de que el teatro es «un artículo de lujo»– y el cambio en el modelo –de caché a taquilla–, más unos ayuntamientos empobrecidos provocan «un montón de espacios difíciles de llenar». La única alternativa: «Hacer espectáculos de una o dos personas y jugárnosla cada vez que actuemos, sin saber si sacaremos algo o tendremos que terminar pagando por actuar».