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Juan José Asenjo / Arzobispo de Sevilla: «Los cofrades me van entendiendo y cada vez más se sienten Iglesia»
SEVILLA- Tiene muy claro el mensaje que quiere transmitir a las hermandades, quizás el colectivo más rebelde de la Iglesia diocesana. Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, conduce a su rebaño en voz baja pero firme. Ya está comprobando los resultados de su catequesis.
–Estamos inmersos en la cuaresma, ¿cómo invita a vivirla?
–Hay que tomarse muy en serio este tiempo de gracia. La liturgia nos invita a la conversión y al cambio interior y exterior. No sólo es un cambio cosmético o superficial, sino profundo, de corazón. Hay que entrar en nosotros mismos a través del desierto, el silencio y la soledad. Debemos intensificar la oración, el ayuno, la mortificación y la limosna. Son caminos de cuaresma que yo deseo que sean muy fecundos para todos los fieles y miembros de las hermandades.
–Las cofradías ya preparan su estación de penitencia, ¿están justificados tantos gastos en estrenos y enseres con la crisis económica de fondo?
–Insisto en la moderación en los gastos. Las hermandades me están escuchando y comprendiendo. Son tiempos duros, recios, de muchísimo sufrimiento y dolor que exigen actuaciones responsables y austeras. Las hermandades tienen una finalidad muy clara, además de rendir culto a sus titulares, que es practicar las obras de caridad, espirituales y corporales. Tenemos que escuchar los gritos y gemidos de los pobres. En esta coyuntura, sería deseable que una parte importante del presupuesto cofrade se destinara a socorrer a los pobres. Creo que en buena medida se está haciendo, tanto la Iglesia diocesana, las cáritas parroquiales, las obras sociales de los religiosos, los comedores sociales y las hermandades. Todos de una manera loable.
–¿Le parece suficiente la labor caritativa que realizan las hermandades?
–Nunca será suficiente porque el territorio de la pobreza se va ensanchando. Cáritas dice que los ocho millones de pobres que había en España ya han pasado a once. No podemos bajar la guardia. Tenemos que seguir escuchando a los pobres.
–¿Vive la Semana Santa una crisis espiritual? ¿El relativismo ha entrado también en el fenómeno de la religiosidad popular?
–El relativismo, junto a la secularización, son los dos factores que más inciden en la vida religiosa de un pueblo. Sin embargo, adivino una reacción. Me llegan noticias de que, en algunas capitales, está creciendo en torno al 15 por ciento la asistencia a las eucaristías dominicales. No sé cuáles son las causas, si es la crisis o la Jornada Mundial de la Juventud. En algunos ambientes se adivina una revitalización o un despertar religioso todavía muy impreciso y no fácilmente catalogable.
–Acaba de otorgar el carácter penitencial a la hermandad de San José Obrero. ¿Por qué se siguen creando corporaciones en los barrios?
–He visitado los barrios periféricos y he visto que hay un interés muy grande por constituir hermandades. Son bien acogidas por algunas parroquias, puesto que colaboran de forma importante en la vida parroquial. Son su columna vertebral. Me alegro de que esta hermandad haya podido ser aprobada. Aprobaré a todas aquellas agrupaciones parroquiales que lo merezcan, que hayan hecho la travesía del desierto a lo largo de diez, quince o veinte años y que hayan demostrado dotes de realización y capacidad para servir a los pobres. La ley suprema en la vida de la Iglesia debe ser la pastoral. Si la acción de una agrupación parroquial es pastoralmente importante, no tendré inconveniente en erigirla como hermandad.
–Hay dos hermandades que están pidiendo poder hacer estación de penitencia a la Catedral en los días de Semana Santa, ¿se merecen entrar?
–Preferiría no opinar. Es una cuestión de carácter técnico que tiene que evaluar el Consejo, si hay capacidad para asumir dos nuevas hermandades. Si se dan las condiciones idóneas, yo no vería ningún problema, pero no es un asunto que me compete a mí.
–¿Les asiste el derecho a formar parte de la nómina?
–Insisto: es una cuestión técnica que tiene que calibrar el propio Consejo.
–Después de la reprimenda que realizó tras la negativa de la Esperanza de Triana a participar en la Jornada Mundial de la Juventud, ¿ve a las hermandades más comprometidas con la Iglesia?
–Lamenté en su momento dicha negativa. Tuve que denunciar una falta de eclesialidad y de amor a la Iglesia. No he cesado en estos años de hacer catequesis. Cuando vienen los hermanos mayores a visitarme les doy una pequeña catequesis sobre los aspectos fundamentales de la identidad cofrade. Lo mismo cuando voy a sus funciones principales. Tengo la impresión de que los cofrades me van entendiendo y que cada vez se sienten, con mayor convencimiento, miembros de la Iglesia.
–¿Por qué esa tendencia a la independencia?
–No es un fenómeno exclusivo de Andalucía. En la zona de donde yo procedo se han dado fenómenos similares. Este tipo de corporaciones, casi inconscientemente, buscan la autonomía. A veces les cuesta obedecer y sentirse encuadradas dentro de una institución. Esto exige renunciar a la propia identidad, en parte. Entonces surgen las resistencias. Tengo la impresión de que los cofrades cada vez son más conscientes de que forman parte de la Iglesia y se legitiman y justifican por su pertenencia a ella. Fuera de la Iglesia no tienen sentido. Se convierten en una institución de carácter cultural nada más.
–El Consejo está ultimando su proyecto de estatutos, ¿qué recomendaciones haría en este proceso final antes de que la norma se someta a la consideración de las hermandades?
–Que tenga en cuenta un elemento objetivo: el código de derecho canónico. Si plasma esta norma por escrito iremos por el buen camino. Si trata de obviarla o dejarla en la cuneta daremos un mal paso. Aquí no hay cuestiones subjetivas. La ley de la Iglesia tiene que estar explícitamente presente en ese texto de carácter normativo.
–¿Qué espera del pregonero?
–Como de todos los pregoneros, que anuncie la llegada del misterio de la Semana Santa. Que nos anime a vivirla comprometidamente. Más allá de los quehaceres y de la preparación de las estaciones de penitencia, que el misterio no se nos escape de las manos. Que los árboles de los preparativos y de las prisas no nos impidan ver el bosque del misterio que es el encuentro con el Señor.
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