Crítica de libros

Verdad por Sabino MÉNDEZ

La Razón
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Muchos artistas (los grandes artistas) suelen buscar la verdad. Yo, que soy más rústico y primario, me conformo con señalar unas cuantas mentiras. Creo, quizá ingenuamente, que con ello contribuyo a la búsqueda general de la verdad. Ahora bien, ahí siempre me tropiezo con el incómodo fenómeno de que las palabras verdaderas suelen ser desagradables y las palabras agradables muchas veces no suelen ser verdaderas.
Puedo ser rústico y primario pero no idiota, y veo claramente que el principal problema de las palabras desagradables es que a nadie les apetece oírlas. Y un escritor de columnas, de libros y de canciones que nadie quiere oír podemos afirmar con grandes probabilidades de acierto que merece el calificativo de fracaso. Eso suele pasar mucho en general con las canciones, narraciones o artículos que afirman que la vida no es bella.
En contra de la general opinión de Hollywood yo, con franqueza, tampoco creo que la vida sea bella, porque la belleza es cosa de estatuas griegas. La vida lo que es, es fea, sucia, desordenada, pero muy agradable. Y sentirnos vivos nos pone muy contentos. Que lo feo, lo sucio y lo desordenado sean agradables es algo curioso sobre lo que habría que pensar despacio. Quizá así podríamos explicarnos el éxito de la telebasura. Mientras los grandes cerebros se dedican a averiguan estos misterios, yo les pediría a ustedes, como lectores, un pequeño esfuerzo para escuchar lo desagradable, para no huir de todo aquel argumento que contradiga nuestras convicciones, ni de aquellos relatos que, como la sección que se publica encima de esta columna, demuestran muchas veces la poca belleza de la vida. Quizá es pedir mucho pero renuevo mi demanda. Os pido el esfuerzo de escuchar las palabras desagradables. Ya sé que es triste pedir, pero más triste es robar.