Barcelona
Silvia Tortosa: «Los buenos papeles iban a otras manos casi siempre las mismas»
La actriz protagonizó, junto a Antonio Ferrandis, la película «Vota a Gundisalvo», que LA RAZÓN regala el próximo viernes
Confiesa haber tenido una vida excitante y aventurera. Por ejem- plo, esta frágil dama en apariencia subió a las pirámides mayas de la selva de Yucatán apartando las serpientes de cascabel con delicadeza. Así va por la vida. Llega aquí porque el próximo viernes este periódico regala «Vota a Gundisalvo». Recuerda Silvia a sus compañeros de reparto, especialmente al fallecido Antonio Ferrandis, que era Gundisalvo. «Y yo –me dice– era la amante de Gundisalvo, un personaje creado por Antonio Mingote al que todo le valía para captar votos, como ahora, porque a la mayoría de los políticos sólo les importa llegar al cargo y luego mantenerse en él».
–El eslogan es inolvidable: «Vote a Gundisalvo, ¿a usted qué más le da?»
–Nos debería importar mucho a quién votamos. Más que por la ideología, yo creo que hay que votar a personas cualificadas, eficaces y honestas.
–La campaña era delirante...
–También hoy son delirantes algunas, aunque menos divertidas. Nos quieren hacer creer en elefantes voladores.
–¿Votaría a un Gundisalvo?
–Antes me votaría a mí misma.
La película se estrenó en el 77, y Silvia dice que aquellos fueron años de mucho trabajo y éxito en el teatro y en la TV, «pero de mucho desencanto por las ofertas de cine que recibía; rechazaba la mayoría; no siento nostalgia de aquella época». Cruzó la Transición con esperanza en un nuevo futuro, como todos, pero ahí estaba el destape: «Lo vivimos todas las actrices, incluso las que quieren escaquearse y no lo cuentan; yo hice dos o tres filmes de destape y me negué a hacer más; eso estranguló mi carrera cinematográfica en un momento en el que, por mi edad, debería haber hecho mucho cine; ya sabemos que las actrices, cuando pasan de los 40, ven caer en picado las posibilidades de un buen papel en el cine».
–Sufría desnudándose, ¿no?
–Yo me gradué en Bellas Artes en la escuela Massana de Barcelona. Estuve siete años pintando cuerpos desnudos y eso me curó de espantos pudibundos, pero también me educó el gusto. A mí no me molestaban los desnudos en sí, sino el mal gusto. Me revolvía el estómago la explotación descarada del cuerpo de la mujer disfrazada de progreso y liberación, cuando la liberación de la mujer hubiera sido que se desnudaran los hombres.
–Y no fue así...
–No. A ellos nadie les pedía que se quitaran los calzoncillos; sólo contaba para los productores el regocijo visual del hombre; la mujer, que se fastidiara. Puro machismo.
–Fue una época infeliz...
–Fue incómoda y frustrante en cuanto a mi vocación original: el cine. Yo no entendía cómo después de haberme graduado en el Instituto de Teatro y en el Estudio de Actores Cinematográficos e interpretando en el teatro a grandes autores clásicos y modernos, sólo llegaban a mis manos guiones de destape.
Silvia Tortosa dice que los buenos papeles iban a otras manos, «casi siempre las mismas». Ahora está muy ilusionada, crea sus propios proyectos con su pareja, Carlos Casanova: estos días remodela el magazín dedicado al mundo femenino «En casa contigo», para la TV, «y además dirijo y presento un ciclo de conferencias-coloquio en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés: "Temas de la mujer con Silvia Tortosa"; me gustaría llevarlo por toda España. Y sigo escribiendo mucho». Todavía no se ve mal ante el espejo. «Cuando descubro algo que no me gusta, consulto a los profesionales si tiene arreglo; si lo tiene, se arregla, y si no, lo acepto y ya está». No tiene vicios porque le repugnan las adicciones, «estropean el cutis y el cerebro, y jamás me ha gustado que algo me controle».
–¿Echa de menos algo del pasado?
–Nada, salvo a José Tortosa, el mejor taxista y padre del mundo, y a su esposa, Paquita, la más dulce, sensible y creativa madre del mundo. Todo lo bueno se lo debo a ellos; lo malo me lo he buscado yo solita.
–Échele una ojeada al futuro...
–El futuro no existe. Cuando llega ya no es futuro, es presente. Disfruto del día a día y no desdeño la ilusión.
–No sé qué le queda por hacer...
–Me he apuntado a todos los bombardeos que he podido. He vivido con un coronel y su esposa en un cuartel de la Unión Soviética, me he pasado una temporada en la selva amazónica, practico el submarinismo y el parapente, casi me chamusco con lava en un volcán de Hawai, he viajado en barco de pesca, avioneta, helicóptero, globo aerostático, camello, elefante, Rolls Royce, limusina, caballo y bicicleta. Me he casado tres veces y voy a por la cuarta. Me queda por hacer todo lo demás.
✕
Accede a tu cuenta para comentar