Salamanca
César Antonio Molina: «El problema es llegar a la política sin haber sido nada»
César Antonio Molina nos cita en las obras en el Matadero de Madrid de Casa del Lector de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, de la que es director y que abre en otoño. Llega con su bolsa de libros y periódicos, contesta sin prisas, meditando sus palabras. Como un sabio o como un poeta. Acaba de publicar «Cielo Azar» (Pre-textos).
–Dice en su libro que «el tiempo teme a la Esfinge», ¿también nos teme a nosotros?
–El tiempo teme a las creaciones del hombre, la única manera de intentar derrotarlo. En Egipto se dice: «La Esfinge teme al tiempo y el tiempo teme a la Esfinge», que lleva 4.000 años en el mismo sitio. Esa pervivencia inquieta al tiempo, que es el verdadero dictador de la vida.
–Dejar algo, entonces, es sobrevivir.
–Es la huella del hombre sobre la tierra, cuando lo único que está desde el origen es la naturaleza. El hombre trata de emular ese origen, esa creación, a través del arte y la arquitectura.
–Ahora mismo, ¿qué estamos dejando?
–Seguimos como siempre, lo que queda es lo mínimo que deja el ser humano después de guerras y odios. Lo que queda es una especie de mundo arqueológico clásico y contemporáneo y un palimpsesto de objetos que son como mojones en el camino.
–¿Hacia dónde va ese camino?
–Lo desconocemos. Es la mayor incertidumbre del ser humano, la misma desde las cuevas hasta el hombre que va a la Luna. Tenemos más desarrollo tecnológico, pero hay cuestiones que no están en la racionalidad, sino en el espíritu.
–Y en esa batalla contra el tiempo, ¿qué deja César Antonio Molina?
–A través de los libros trato de dejar esa huella de mi paso, a sabiendas de que estoy derrotado de antemano. Pero esa huella, la escritura, ayuda a vivir y también a saber morir. Hay que saber morir con dignidad y sin amargura.
–Un poeta es un extraño en esta sociedad.
–Desde los griegos el poeta fue una persona extraña, como el artista, el escritor, porque es un ser libre, que dice la verdad y se enfrenta al poder. Hoy vivimos en democracia, pero a veces hay que recordar las injusticias.
–Más extraño aún es un poeta en un ministerio.
–No hay diferencia con otras personas, pero un poeta lo es en cada tiempo y en cada momento. Y quizás como tienes una sensibilidad más grande, sufres un poco más.
–¿Nació algún poema en el Consejo de Ministros?
–Allí hay que ser respetuoso con los compañeros. No es el lugar más apropiado para la poesía. Sí para tomar notas y para anotar reflexiones.
–Que se publicarán.
–Sí. Serán las reflexiones de un escritor que ostentó un cargo importante en el Gobierno de su país.
–En ese momento, ser gallego fue en su contra.
–Siempre ha ido a mi favor. Los gallegos somos razonables, preparados, experimentados y cautos. A mí me benefició, a pesar de que quizás hubo muchos gallegos juntos en el Gobierno.
–Tampoco le ayudó ser hombre.
–Estoy satisfecho de ser hombre y creo que no influyó ni para mejor ni para peor.
–Un político puede ser poeta.
–Podría ser. Pero qué es ser político. Político lo somos todos. Unos tienen el ejercicio de esa delegación de los ciudadanos. Lo mejor de la política sería llegar a ella siendo alguien, el problema es cuando no se es nada. Ese es el problema.
«LAS IDEAS PERMANECEN»
–¿Se imagina a un ex ministro socialista en un gobierno del PP?
–No.
–Eso no es posible en este país.
–Excepto en gobiernos de coalición, cada uno es lo que es y tiene que ser fiel a sus ideas. Las ideas están por encima de las personas. Se puede coincidir con personas, o no, pero eso no quita que las ideas permanezcan.
–Y no cambian nunca.
–A cierta edad, ya es difícil.
–En Francia sí ocurre esto.
–Es una democracia más desarrollada. Tenemos menos cultura democrática que Francia, Inglaterra, Estados Unidos. Llevamos muy pocos años de democracia, sólo 30, y muchos siglos de absolutismo. La democracia sólo se aprende ejerciéndola.
–También tenemos déficit de lectura.
–Se lee más que nunca, hay gente más preparada que nunca, internet significa más lectura y escritura que nunca, pero hay que desarrollar ese punto inicial de identificación de signos. Hay que ayudar a interpretarlos, a pensar sobre los textos.
–A una persona que se pasa tres horas todos los días viendo a Belén Esteban, ¿cómo le convence de que leer es mejor, si es mejor, claro?
–Una persona culta es mejor que una embrutecida. Personal, anímica y sanitariamente. Leer ayuda a aclarar o a oscurecer sus inquietudes. La persona con más inquietud encuentra un camino mejor, no sólo espiritual, también laboral. El saber te hace mejor, aunque hay casos en la Historia que no ha ocurrido así. Yo sería menos feliz si no hubiera leído lo que he leído. La labor de la cultura debe estar en prevenir esos síntomas de enfermedad moral, intelectual y física que conllevan ciertos espectáculos.
–Somos un país enfermo.
–Un país lo forman millones de personas, con diferentes gustos y no todos están enfermos, pero es inquietante que muchas personas no se den cuenta del mal que se hace.
–¿Usted a una isla desierta se llevaría un libro o a una persona?
–Un libro es más fácil para convivir
–Su poemario se abre con una cita de Nietzsche, puede que los jóvenes no sepan quién es.
–Los de mi generación lo sabíamos. Hoy la enseñanza de la Filosofía, Literatura e Historia es mínima y dudo que muchos sepan quién es. Me conformarían con que supieran quién es Lope, Lorca, los Reyes Católicos o Falla.
–Parece que en España la cultura sólo es el cine y los cantantes de música pop.
–La cultura es El Prado, Salamanca y Toledo, es Gaudí, es Buñuel, Velázquez, muchas cosas. Es la esencia de nuestro país. Una cultura plural y compartida por todos los españoles y eso es esencial en nuestra identidad. De ahí que los nacionalistas traten de ir contra ella, porque es el pilar en que se basa la idea de España.
–¿Esa cultura es de izquierdas?
–La cultura la hacen personas. En nuestro país ha habido más tradición en la izquierda, porque el intelectual luchó contra regímenes dictatoriales, fue crítico con monarquías absolutistas y ha quedado esa aureola. Pero no quiere decir que haya que ser de derechas o izquierdas, se puede ser de muchas partes.
–La SGAE la creó el demonio.
–La crearon músicos para vivir de su trabajo.
–¿Pero se ha pervertido?
–La Justicia lo dirá.
–¿Su aspiración es ser sabio?
–Quiero ser una persona ilustrada y buena.
–¿Buena?
–Comprensiva y tolerante.
Mi maleta del verano
Un escritor, un intelectual, sólo piensa en los libros que le pueden caber en su maleta. Y en buscar el mejor lugar para leer y trabajar con tranquilidad: «porque ya a lo largo del año viajo mucho y no identifico el viaje con el verano. Viajar es habitual en mí a lo largo del año. Y el verano, para mí, que no siempre lo puedo hacer, será un tiempo de reflexión, reescritura de mis propios textos», asegura César Antonio Molina. Mientras otros buscan la aventura o los lugares exóticos, el director de la casa del lector sueña con un pasar unos días de verano, «en un lugar, quieto, leyendo y escribiendo».
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