Elecciones municipales
Barcelona aún espera el revulsivo del alcalde Trias un año después
El gobierno en minoría y la coyuntura económica ponen palos a las ruedas de los proyectos de CiU. Las estrategias de PP y PSC complican la geometría variable
BARCELONA- «No hay ninguna maldición que obligue a Barcelona a estar gobernada 30 años por los socialistas». La profecía, del presidente del grupo municipal del PP, Alberto Fernández, acabó cumpliéndose el 1 de julio de 2011. Hoy hace un año que Xavier Trias tomó la vara de mando de alcalde de Barcelona. Su llegada a la «Casa Gran» puso punto y final a 32 años de gobiernos socialistas. Con CiU instalada en ambos lados de la plaza Sant Jaume empezó a escribirse un nuevo capítulo de la historia de Barcelona, que desde 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones tras la restauración de la democracia, siempre había estado dirigida por la batuta de un alcalde socialista.
Los 14 concejales
Nadie pone en duda que CiU hizo historia al ganar las últimas elecciones municipales en Barcelona. Aunque su victoria fue insuficiente. Consiguió 14 concejales, pero la mayoría está en 21 y los nacionalistas quedaron condenados a pactar con el PP o el PSC para sacar adelante cualquier proyecto. Trias prefirió, igual que Artur Mas en el Parlament de Cataluña, jugar con la geometría variable que escoger a un socio estable.
«Estamos lejos de la mayoría, pero esto no significa gobernar desde la soledad», proclamó en su discurso de investidura. Entonces avanzó que sería un «revulsivo» en las formas de hacer política, que tendría «un estilo de hacer constructivo, próximo, amable, extendiendo la mano y con la colaboración de la oposición».
La crisis económica
La oposición recogió el guante que lanzó el alcalde. PP y PSC se mostraron dispuestas a cerrar pactos, pero el sueño de Trias de demostrar que otra Barcelona es posible se truncó por culpa de la coyuntura económica y los intereses partidistas.
Si en algo estaban de acuerdo CiU, PP y PSC era en que tenían que reducir el número de parados. Hace un año, Barcelona tenía 104.784. En mayo, el número de desempleados registrados en la capital catalana era de 112.585.
Recuperar la ilusión
Trias también prometió recuperar la ilusión de los barceloneses, pero en una encuesta publicada esta semana por la Organización de Consumidores y Usuarios realizada en 30 ciudades españolas, Barcelona es una de las diez con peor calidad de vida. La atención sanitaria, el acceso a la vivienda y la oferta educativa reciben el suspenso de los ciudadanos.
La geometría variable
Después de 32 años de gobiernos de izquierdas, Trias, que cuando estaba en la oposición compartía muchas de las críticas de Alberto Fernández a los proyectos y gestión de Clos y Hereu, empezó pactando con el PP. La dura oposición que empezó ejerciendo el PSC con Hereu al frente del grupo municipal no le dejaba más margen de maniobra.
CiU y PP, el centroderecha, pactaron los primeros presupuestos de Trias, donde se pone negro sobre blanco a los proyectos de la ciudad. El PP exigió un acuerdo para todo el mandato, pero el sector más nacionalista de CiU tenía muchos recelos. Pasadas las Navidades, tras constatar que los Reyes Magos no le habían traído un puesto en el gobierno municipal, Fernández cambió de estrategia. Anunció que abandonaría tras el verano la vicepresidencia de la Diputación para centrarse en hacer oposición a Trias. PP y PSC pusieron en evidencia la debilidad el gobierno de CiU al aliarse para evitar que prosperaran reformas urbanísticas que no había sido consensuadas como la de Glòries o Can Batlló.
Poco después, Hereu dimitía como concejal y cedía la batuta del grupo socialista a Jordi Martí, que optó por tender la mano a CiU con la idea de recuperar para los socialistas un poco de notariedad. Pese a discrepar en temas de urbanismo y educación, sobre todo, en el modelo concertado de guardería por el que apuesta Trias, este giro ha llevado al PSC a negociar con CiU la hoja de ruta del mandato, el Plan de Actuación Municipal (PAM).
Gobierno nacionalista
Trias ha hecho bandera del renovado soberanismo de CiU. Desafió al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña al negarse a rehacer el reglamento lingüístico que prima el catalán y se ha opuesto a poner una pantalla para seguir la final España-Italia.
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