Galicia
Marbella recupera su fauna más representativa por Jesús Mariñas
Era como revisar un archivo, cualquier tiempo pasado fue mejor. Parecía un catálogo representativo de mejores tiempos marbelleros. La nostalgia no fue un error ante lo que tenían presente, algunos se frotaban los ojos. Redivivo o rescatado, nombres siempre perennes y ya casi tan eternos como Aline Quintanilla o la sonrisa que marcó época y estilo de una Carmen Franco que recibía felicitaciones en un portátil recién devuelto por su hijo Jaime. Fue recuperar la Marbella de la mejor época turística donde aún no se olía a los Malayo ni la presunta venta ilícita de OO7. Una regresión que rechazó insistiendo la actual alcaldesa: aunque del PP, o por eso –y así nos pinta señor Rajoy– evitó concurrir justificando no verse involucrada en nostalgias franquistas. Dato curioso y coincidente porque hoy es 18 de julio. Parece casual esta recuperación del ayer donde no falló ninguna de las íntimas –antes se llamaban leales– , desde una enlutada Elena Kiribin hasta una Pitita Ridruejo exquisita bajo túnica de rojo vivo y españolísimo. Sigue tan fiel a su cardado enigmático como Esther Vidiella, dueña del Puerto Banús, peinada tan Ivana Trump, ya que sobre su refulgente traje verde incluso caían dos guedejas rejuvenecedoras ante una Cary Lapique cumpliendo 58 años. Mientras la discreta gasa gris humo de la señora Coloques, ama de porcelanosa, justificaba la ausencia de Isabel Preysler, en tiempos reinona de las vacaciones costasoleñas. Intecionadamente los azulejeros valencianos vieron no figurar como patrocinadores de esta gala bailona destinada a Mensajeros de la Paz. La obra del padre Ángel tiene una colaboradora permanente en Nuria González, que se iba a Galicia con toda la familia, madre y hermana incluidos, porque a Fernández-Tapias le va la Galicia natal. Expectación ante la, de momento, última parida de la nietísima. También la felicitaban por su temple, aguante y pasotismo en el último debate televisivo mientras su marido José Campos recibía información telefónica de cómo lo ponía Jimmy Arnau en el «Sálvame deluxe». ¿Cómo es el show?: una especie de siete nueros como arrancados de «Mira quien baila». Hay tango , samba semidesnuda, pasodobles y un final de «music hall» donde Carmen es alzada por cuatro de sus bailarines que sudaron la gota gorda. Éxito total, ovaciones y madrugada con toda la compañía lanzándose vestida a la piscina por aquello de refrescarse. El remojón arruinó el ceñidísimo modelo en raso blanco que ella vestía. Quedó inservible, menos mal. Fue un chapuzón que mitigó los excesos de su carne, falta le hacía. A esto le llaman tirarse a la piscina.
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