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La Generación Peter Pan

Tardan más en finalizar los estudios, abandonar el nido, tener hijos y casarse. Hay expertos que culpan a los padres.

La Generación Peter Pan
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El ciclo tradicional de vida ha cambiado. Según los psicólogos y sociólogos, la transición a la edad adulta pasa por cinco fases: terminar la escuela, salir de casa, trabajar, casarse y tener un hijo. Los cambios sociales, el avance de las tecnologías y la depresión económica traen consigo una nueva generación de veinteañeros que tarda mucho más que sus antecesores en llegar a ser adultos.

Jensen Arnett, psicólogo estadounidense, ha elaborado un estudio sobre los jóvenes de hoy y su modo de vida. Para él, los cinco puntos de referencia anteriores se han roto e, incluso, hay personas que nunca alcanzarán alguno de ellos; es el caso de las mujeres que deciden no tener hijos, o quienes no quieren casarse y prefieren vivir solos o con sus padres. Antonio López Peláez, catedrático de trabajo social de la UNED, retrata a los jóvenes del siglo XXI: «Es una generación que se enfrenta a muchas dificultades, entre ellas, la cuestión laboral. No es que sean inmaduros, el problema es que muchos no saben relacionarse adecuadamente en la vida real y, si no pueden conseguir algo, abandonan en lugar de esforzarse».

Durante el periodo de transición a la edad adulta los jóvenes, a pesar de lo que mucha gente piensa, están más centrados que en cualquier otro momento de la vida y son más optimistas sobre su futuro sin importar su situación económica. Por otro lado sus grandes inconvenientres son la sensación de temor, frustración e incertidumbre. Para algunos científicos, ésta es la consecuencia de un cerebro que es mitad adulto, mitad adolescente.

Según datos del Instituto de la Juventud (Injuve), el 77 por ciento de los jóvenes españoles menores de 30 años convive con sus padres. La falta de empleo y los elevados precios de la vivienda son las razones que muchos argumentan para justificar su situación.

Vivo a gusto con mis padres

En otras ocasiones los hijos alcanzan una edad considerable y, aunque trabajan, quieren seguir viviendo con sus padres. Es el caso de Rafael, un abogado de 29 años. «Cuando me licencié tuve trabajo y ganaba dinero; he tenido oportunidad de independizarme pero vivo agusto con mis padres. Si encuentro a alguien con quien compartir mi vida lo haré; hasta entonces, no me lo planteo»

A pesar de que los jóvenes lo tienen difícil, existen padres que no quieren que sus hijos abandonen el hogar y retrasan la partida lo máximo posible. «Me gusta que mi hija esté con nosotros, ya tendrá momento de independizarse, además aquí no le falta de nada» asegura Maite, madre de una joven de 23 años. Para Isabel Menéndez Benavente, psicóloga de familia, se trata del síndrome del padre superprotector. «Tienen miedo a quedarse sólos y no se dan cuenta de que su hijo tiene que vivir otras etapas, que ya ha crecido y es mayor» afirma. Los padres muchas veces mantienen a sus hijos.

 

Según el Injuve, dos de cada cinco jóvenes tienen ingresos efectivos que provienen de las pagas que les dan sus progenitores. Aquí se abre una brecha entre los jóvenes que lo tienen todo sin necesidad de trabajar y aquellos que se «buscan la vida» para ganar algo. Isabel Menéndez opina que esa situación marca un perfil muy diferenciado entre unos y otros. «El joven que decide ganarse la vida por su cuenta es aquel que ha visto en su casa unos padres trabajadores y las cosas que le han regalado las ha conseguido con esfuerzo. Por el contrario, el otro es el típico consentido que lo ha tenido todo cuando lo ha pedido. Casi siempre son hijos únicos» afirma.

Según un estudio realizado por la Universidad de Princeton y el Instituto Brookings, el casamiento y la paternidad, antes consideradas requisitos de la adultez, hoy en día son una elección. Es normal encontrarse con jóvenes que no quieren tener hijos y con otros que no tienen prisa por tenerlos. Lo mismo ocurre con el matrimonio. Según López Peláez lo que sucede es que, en general, «posponen decisiones importantes. Tener un hijo es un compromiso; la gente es cada vez más individualista y éstos son pasos muy grandes».

Además, opina que «un joven se adapta a lo que ve en su casa; por ejemplo, si le exigen poco en el hogar, se amoldará a eso».