El Cairo
El expolio de Bengasi
Durante los combates entre rebeldes y fuerzas afines a Gadafi, desapareció de la cámara acorazada de un banco el llamado «Tesoro de Bengasi», formado por miles de piezas arqueológicas
El patrimonio histórico y cultural de Libia ha salido indemne de ocho meses de guerra: los míticos sitios arqueológicos de Cirene y Leptis Magna han permanecido intactos, a pesar de que las tropas gadafistas emplearon este último como base y escondite de su armamento pesado para que la OTAN no lo pudiera bombardear. Pero uno de los tesoros de mayor valor que posee el país y que cuenta toda su historia desde los tiempos de Alejandro Magno ha desaparecido durante el conflicto y puede que se haya perdido para siempre.
Una colección de unas 10.000 piezas de incalculable valor: artefactos y figuras de diferentes metales, cristal y marfil, joyas, de oro y piedras preciosas, medallones y mucho más. El grueso del tesoro lo representan unas 8.000 monedas de oro, plata y bronce de todas las épocas.
Algunas de estas antigüedades ya estarían a la venta en el mercado negro en Libia y habrían llegado hasta Egipto, como una estatuilla del dios del amor Cupido encontrada en Alejandría junto a algunas de las monedas. El tráfico de todo tipo de mercancías entre los dos países vecinos se ha descontrolado desde el comienzo de la guerra en Libia el pasado mes de marzo y gracias al caos que reina en Egipto tras la revolución del 25 de enero. Las autoridades de ambos países tienen otras prioridades, tal y como asegura a LA RAZÓN una fuente del Consejo Nacional Transitorio libio, que se ha apresurado a firmar contratos comerciales con El Cairo, pero nada de cooperación en materia cultural, por el momento.
El tesoro desapareció supuestamente en mayo en Bengasi. Cuando la revolución estalló allí el 17 de febrero, los edificios públicos fueron atacados por los manifestantes, incendiados, arrasados y saqueados. Incluido el banco central, donde supuestamente el régimen de Muamar al Gadafi custodiaba grandes sumas de dinero y oro. En ese mismo banco se habría encontrado el tesoro, en sus subterráneos, custodiado detrás de unos muros de cemento, que fueron perforados por los ladrones con un taladro, según la versión más factible de las muchas que circulan. El tesoro había permanecido oculto desde hace años a la espera de que se abriera un museo arqueológico, que nunca vio la luz bajo el régimen del Coronel, que ignoraba y menospreciaba la cultura y el patrimonio histórico de Libia, y marginaba la región de la Cirenaica (este) y la ciudad de Bengasi en concreto, donde dejó de invertir en los últimos años.
En un principio se pensó que el tesoro se perdió en los primeros días de caos revolucionario, o incluso que el robo podría haber sido obra de las células gadafistas, que actuaron en la ciudad hasta varios meses después de que ésta estuviera completamente en manos de los rebeldes. Los fieles al régimen podrían haber actuado para desprestigiar a sus enemigos, pero los expertos creen que el robo fue obra de ladrones profesionales, que sabían lo que iban buscando, ya que se llevaron las piezas de mayor valor y dejaron atrás otras, incluido dinero.
Patrimonio oculto
La Unesco alertó de su pérdida en una reunión celebrada en su sede de París a finales del pasado mes de octubre, convocada para salvaguardar el patrimonio libio después de la guerra. El organismo de la ONU que se encarga de la cultura ha seguido muy de cerca el conflicto en el país africano, preocupado por sus sitios arqueológicos –cinco de ellos son patrimonio de la humanidad– y ahora busca preservarlos ante el riesgo de un vacío de poder en el que las antigüedades queden olvidadas y expuestas a los saqueadores. Los expertos y guardianes de la cultura han sido avisados en este sentido, y la Interpol ha sido puesta en alerta por la desaparición del tesoro de Bengasi, que agrupa piezas de todas las épocas históricas de Libia: desde la conquista griega, hasta el periodo islámico, pasando por el imperio romano.
Es imposible calcular su valor así como conocer su composición exacta porque nunca ha sido catalogado adecuadamente. Las piezas fueron encontradas en Libia a principios del siglo XX, posteriormente sustraídas por los italianos durante la época colonial y devueltas a Trípoli tras la independencia en los años 60. Pero la dictadura de Gadafi evitó que el mundo conociera las maravillas del país desde 1969 en adelante, cuando el país fue aislándose más y más, y quedó prácticamente vetado al turismo, así como a los organismos internacionales. Ahora, con la caída y muerte del Coronel, se espera que la nueva Libia revalorice su patrimonio, lo cuide y lo muestre.
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